BCCPAM000543-2-06000000000000

CAPÍTULO XXXII. medio había recibido, como testimonio de la gloria que estaba gozando de Dios en el cielo. 919. A la misma hora que espiró en Orihuela el P. Ignacio, se apareció en la ciudad de Segorbe que dista de ella cuarenta leguas, 4 Catalina Mar- tinez, viuda de Juan del Pobo, ciudadano de la misma ciudad, llamada de todos los de ella la her- mana Poba: mujer de muy conocida virtud, muy favorecida de Dios con dones celestiales, tenida en opinion de gran sierva de Dios, la cual murió de edad de ciento y cinco años. Estando despierta el dia de la Expectacion de la Virgen, á las cuatro de la mañana, vió con los ojos del cuerpo lleno el aposento donde estaba de una gran claridad y de un resplandor muy hermoso, y por una ven- tana que caía á la calle, vió entrar un Padre Ca- puchino, con su hábito de Capuchino muy resplan- deciente. Todo bañado de luz y muy hermoso tenía el rostro, manos y pies y con los brazos abiertos, y aunque se manifestaba el hábito de Capuchino, parecía que aquel resplandor procedía de un velo blanco, sutilisimo y claro que llevaba sobre dicho hábito; y advertió que el rostro lo tenía muy ale- gre y muy regocijado. Fué tanto el gozo que tuvo de verle, que la estorbó para preguntarle quien era. La vision pasó por delante de ella y se salió por la puerta del aposento, quedándole á la mujer muy vivas todas las señas y especies de él. Quedó la

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz