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SU MUERTE dian: « ¿Quiere V. C. que le diga algo de la pa. sion del Señor, ú otra cosa devota para su con- suelo? » Respondió: « Nó, ya se lo agradezco como ; si me lo dijese », y volviéndole á decir el P. Guar. dian: «¿Que aun está V. C. para hacer oracion- mental? » - « No hallo estorbo ninguno », le respon- dió. Con tanta paz se hallaba su alma y tan sin temores de la muerte que tenía tan vecina, ni de la cuenta que tan presto había de dar á Dios de su vida, como si no hubiera de pasar su trago S amargo, ni darla de la suya, recogido todo al in- terior de su alma y puesto en contemplacion como — si esperaba bodas de amoroso Esposo, y no cuenta — de Juez riguroso: argumento grande de la mucha limpieza de su conciencia y de la grande confianza que tenía en Dios. Rogole al P. Guardian no per- mitiese entrar á nadie en su celda, para no estor- A barle de la oracion en que estaba. 217. Conociendo se le iba acercando la hora, en- - tró á visitarle el Señor Canónigo Don Juan Garcia, Maestrescuela de la santa iglesia de Orihuela y despues su Obispo y meritísimo Prelado, tenido de : todo el reino de Valencia por varon y Predicador Apostólico, insigne en santidad y en letras, quien SS consolando al P. Ignacio le dijo: « ¿ No se alegra de que presto ha de ir á gozar á Dios? laetatus sum in his quae dicta sunt mihi »: y 6l le respondió con una alegría grande: «In domum Domini ibimus. » Prosi-

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