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SU MUERTE de gozarle; no se le acababan de salir de su boca sus divinas alabanzas; daba al Señor infinitas gra- cias por tantas mercedes como le había hecho por todo el discurso de su vida; estaba siempre en contínua oracion recogido interiormente, velando ió prevenido y aguardando alegre la venida del ce- lestial Esposo. 213. Pidió se le administrasen los Sacramentos de la santa Iglesia. Aparejose no con menor cuidado para el de la Eucaristía que para morir, y no fué esto nuevo en él, pues siempre fué en el mismo aparejo para comulgar que para ir á dar cuenta á Dios. Confesose generalmente de toda su vida con el P. Guardian del convento (que lo era el P. Fray de no haberle servido como debiera, ni haber em- pleado tan largo tiempo de vida en su servicio como le había concedido, y con ser esta confesion de una vida de ochenta y seis años, la hizo dentro de un cuarto de hora; que dejó pasmado al confesor, viendo tan grande pureza de alma, sin haber jamas man- chado la suya con culpa grave, y que salía de esta vida con la palma de la virginidad y con la estola limpia y cándida de la inocencia bautismal. Admiró el Sacerdote perfeccion tan grande, y alegre dió á su Majestad infinitas alabanzas de haber tenido en José de Castellon) y fué con tantas lágrimas y de-. mostraciones de dolor de haber ofendido á Dios y ver á Dios. Parecíale se alargaba mucho el plazo A