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CAPÍTULO XXX. 177 PP PP 209. Andrea Ricart y Magdalena Micon su hija vecinos de la Villa de Onteniente, teniendo noticia de que pasaba el P. Ignacio de aquel convento al de Orihuela, le fueron á ver ántes que se partiera - y á tomar su bendicion. Dijole á la madre: « Quede con Dios, hermana mayor, sea buena y procure ser. santa y emplearse en cosas de devocion: quédese con Dios, que ya no nos veremos más » - « No me diga eso, Padre mio, que aun espero volverá por acá y nos veremos » - « No, hermana, volvió á decir, en esta vida, no, en el cielo sí, lo confio: 4 Orihuela voy á morir »; y todo fué verdad, que murió E y no lo volvió á ver. 210. Estando ya conventual en nuestro convento de Orihuela, iba una vez solo por el dormitorio y yió venir hácia él una mujer, sin decirle palabra; imaginando que era alguna que se había subido por curiosidad á ver el convento, le volvió las espal- - das y se iba corriendo á encerrarse en su celda: y luego oyó una voz que le dijo: « ¿Hijo, de mí huyes? yo soy, no temas »: y volviéndose para mi- rarla, la vió toda bañada de luces y hermosura, y le dijo: « La madre de mi Dios y del tuyo soy » y estuvo con él un rato hablando. Sólo inanitestó en secreto esta visita que le hizo la Virgen pocos dias ántes de su muerte: pero todos presumían ha- bía tenido feliz aviso de su próximo fin, porque poco ántes de él anduvo tan alegre que no cabía ee . Sr
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