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NACIMIENTO Y CRIANZA el desengaño que mostraba con tan poca edad; pues no tenía entónces más que 18 años, y ya vivía con esta luz (que muchos con más y largas experiencias del falso trato del mundo no caen en la cuenta) nuestro Monserrate Juan. En lo más tierno de sus años, cuando el mundo le estaba lisonjeando con sus honras y comodidades, ya las miraba como falsas y mentirosas, y ántes que con la experiencia supiera de su engaño, ya á las luces del cielo vivía desengañado, y las cosas del mundo le daban + en rostro y le eran embarazo, y deseaba verse fuera de él y dejarle de veras. 5. Había visto á los capuchinos en Nápoles, ro- bole su vista sus ojos y el corazon, teniale su me- moria deslumbrado, el corazon inquieto: parecíale bien su instituto, deseaba abrazarle, no se atrevía 4 la ejecucion de su deseo, temiendo le había de ser estorbo para la suya el amor y autoridad de su hermano con quien temía declararse por lo mucho que le respetaba. Ocupado su corazon de estos pensamientos y detenido de estos temores y res- petos humanos, tomó un libro devoto para ocu- parse como solía un rato en su leccion. En abrién- dolo, lo primero en que encontraron sus ojos fué con aquel consejo que dió Jesucristo 4 sus discí- pulos, por San Mateo: « El que por mi dejare padre, madre y hermanos, recibirá eb ciento por uno en esta vida y en la otra la vida eterna. » Estam-

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