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MILAGROS de Orihuela por inadvertencia del carretero se volcó el carro, en frente de nuestro convento de e Jesus, en que iban diez personas, dos arcas lle- nas de ropa y seis colchones: y todo vino á car- gar sobre el dicho Juan Gonzalez y dos niños hijos suyos, y fué tanto el aprieto en que se vió que conoció que realmente se ahogaba y que le fal- taba la respiracion, sin poderse approvechar ni de pies ni de manos, con manifiesto peligro de su vida y de la de sus hijos. A las voces que da- ban los demas, salió el P. Ignacio á una ven- tana del convento que miraba el camino real, y en voz alta dijo: « Nadie tema, que nadie peligrará »; á esta voz pudo respirar el dicho Juan Gonzales, y estribando con ambos pies, levantó las personas, E arcas y colchones que tenía encima (accion que excedió á sus fuerzas naturales, y aun la de muchos hombres no bastaran), fueron saliendo todos, la mu- jer tullida y los dos niños que pensaban estar ahogados, sin daño ninguno: de que quedaron fuera de si alegres y dando gracias á Dios. Bajó á ellos el P. Ignacio y los demas religiosos del Convento: hizo que les sacasen de refrescar; consolóles por el susto que habían tenido, á la mujer tullida del dicho Gonzales que se llamaba Ana Tárrega, le dió su bendicion y un rosario suyo, y la que hasta entónces no podía dar paso sin muletas, las dejó sin haberlas de menester más de allí adelante. Ve-
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