BCCPAM000543-2-06000000000000

CAPÍTULO XXIV. 149 172. Juan Guillem, vecino de la misma ciudad, tenía un niño que le veían tan enfermo de calenturas, tan al cabo, que ni tomaba el pecho. Llorábale como muerto ya su madre; el padre ó sea Juan Guillem se lo llevó en sus brazos al P. Ignacio, confiando que si le daba su bendicion tendría salud. Estaba entónces ocupado, y subiéndoselo á la celda, díjole los Evangelios é hízole en la frente la señal de la cruz; y el niño en bajando luego tomó el pecho de la madre que le estaba aguardando en la porte- ría, y le hallaron sin calentura y en adelante estuvo bueno. 173. Gaspar Ferrer, escribano de Orihuela, tuvo tambien enfermo á un hijo suyo, tan al cabo que estaba con las agonías de la muerte. Pasó por su casa el P. Ignacio, y viéndole tan afligido llorando la temprana muerte de su hijo, le consoló y subió á ver el niño enfermo; diole unos Nombres de Jesus y dijole los Evangelios, y al mismo instante que los tomó le dejó la calentura y abrió los ojos, que los tenía entelados como de difunto, y quedó con entera salud: y los que ántes le habían visto ya casi muerto, le llamaban el resucitado. 174, Martin Jimenez, hijo de Antonio Jimenez de la misma ciudad, estando enfermo y con tanto peli- gro, que no se confiaba de su vida, fué su padre con la afliccion de que se le moría su hijo al P. Ignacio; significole la suya, y suplicole le diese para su re-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz