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CAPÍTULO XXI. 139 E me lo sabía »: de que se admiraron, y tuvieron por cierto que con el mismo espíritu profético con que dijo que no moriría, supo tambien que estaba enferma. 158. Catalina Martinez mujer de Tomas Leon, vecinos de la misma ciudad de Orihuela, tenía un hijo suyo en Roma; y como hacía dias que no sabía de él, estaba con cuidado, lloraba muchos ratos pen- sando si sería muerto: y con deseos de salir de esta duda, fué al P. Ignacio y diole cuenta de su cuidado: y este dijole nuevas cosas de consuelo, y luego añadió: « No tenga cuidado de su hijo, que vendrá muy presto muy bueno, ordenado de Sacerdote: yo no le veré, pues cuando venga, ya seré yo muerto »; ambas cosas fueron ciertas, que el hijo vino bueno y ordenado, y el P. Ignacio poco hacía que había muerto. 159. El Padre Fray Jerónimo de Valencia, Predi- cador nuestro, estuvo una vez enfermo en nuestro convento de Valencia. La enfermedad fué de tanto peligro, que le había dicho el médico que se en- comendara á Dios que estaba en muy grande pe- ligro. Visitole, como solía, un dia, el P. Ignacio, y el dicho P. Fray Jerónimo le dijo: « Padre, en las necesidades se han de ver los amigos: encomiéndeme de veras á Dios, que el médico me ha dicho que estoy en grande peligro. » Prometió hacerlo, y dí- jole entónces el Evangelio de S. Juan y la antí- fona de la Virgen: Sub tuuwm praesidium, con un ap?

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