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E suélese, que á la una de estas dos hijas suyas espera el cielo; Dios se la llevará y le dejará la otra »: y fué el pronóstico cierto, que murió la una, — y estuvo presto buena la otra. $ 156. Serafina Limiñana mujer de Diego Bernabé, de la misma ciudad, tuvo una hija muy apretada de calenturas contínuas, que se dudaba de su vida. Llamaron al P. Ignacio para que le diera su bendi- E cion, confiando tendría la salud que le faltaba. Fué y estuvo un poco suspenso mirándola, y díjole 4 su madre: « Señora, consuélese, que no morirá su hija de esta enfermedad, pero poco pan le comerá: no vivirá muchos años, que Dios la tiene para el cielo »; y fué puntual como pronosticó, que de aquella enfer- Es medad convaleció la niña, y dentro de cuatro años se la llevó Dios al cielo. : “167 Catalina Gutierrez mujer de Jaime Bosque estuvo muy enferma una vez de calenturas contí- nuas. Fuele á visitar sin ser llamado el P. Ignacio: que lo extrañaron mucho los de su casa, pues á nadie habían dado aun noticia de su enfermedad; consolola con mucha caridad y le dijo: « Esté de buen ánimo, confie en Dios, que no morirá de esta enfermedad; presto estará buena. » Díjole los Evangelios y otras oraciones devotas, y al mismo punto se le quitó la calentura. Al salir de la casa, le preguntó una hija de la enferma y le dijo: « Padre, ¿quien le ha dicho que estaba mala mi madre? » - « Nadie, dijo él, yo

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