BCCPAM000543-2-06000000000000

A e . CAPÍTULO XXI. 135 y en las oraciones del P. Ignacio. Fuele á hablar á su convento, significole la causa de haberle bus- cado: consolola el Padre, y diole unas cedulillas del Nombre de Jesus, para que se las diese lle- gando á su casa. Dióselas con un poco de agua, y aquel mismo dia visitó á las cuatro de la tarde el mismo P. Ignacio al enfermo, y llegando á él le dijo: « Confie en Dios, hijo, que aunque le han dado los Sacramentos y los médicos dicen que morirá de esta enfermedad, no será así, presto estará bueno »; con que dejó al enfermo y á los de su casa muy consolados, teniendo por cierto lo que les habia dicho el P. Ignacio. Aquella misma noche estando velando al enfermo, vencidos del sueño se quedaron dormidos, y al enfermo que tambien lo estaba, le despertó una voz que le dijo por tres veces: « Fran- cisco, confia en Dios, que no será nada tu mal ». Le- vantó la cabeza para ver al que le había hablado, y no vió sino á los de su casa que todos estaban dormiendo, y por no interrumpirles el súeño, se calló. A la mañana, se sintió libre de todos sus males : pidió de comer, y comió con tanto gusto como si jamas hubiera estado enfermo. Vino el médico, y como le hallase tan sin rastro de los achaques y accidentes mortales con que le había dejado el dia ántes, pasmado dijo: « ¿Qué es esto? aquí otras manos han andado mejores que las mias: esto es un milagro grande ». Contáronle lo que el dia ántes les había

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz