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: Ñ re + Pa E 1? 6 . ds. y EE ra E q e 3 «Sl es e E ¿Ye A E X, A ER 9 2 eto ETA A e eo A O Fi 577 OS A A y ES n qa . y de 7 E y a e Y P Y E EN E os v ó , * MS E pa % CAPITULO XXIII. tocole con su mano el rostro y la cabeza y le dijo: « Confia en Dios, hijo, que no será nada tu mal ». Acompañole la madre al salir de su casa hasta la puerta, y volviendo al enfermo lo halló sin la eri- sipela, deshinchado el rostro y tan bueno como si no hubiera tenido mal alguno, y muy alegre: de que quedó la madre con la admiracion que se deja en- tender, dando gracias á Dios. Ey 149. Una viuda tenia un hijo que por un caso criminal que había cometido, le perseguía la justi- cia para prenderle y castigarle. Sentíalo la madre vivamente, y el sentimiento fué tal que la tenía como fuera de sí, llorando á su hijo de dia y de noche, haciendo extremos de sentimientos, y sin estar en su mano daba voces como loca, sin tener un punto de sosiego. Persuadiéronla unas veci- nas suyas fuese á consolarse con el P. Ignacio, en - E quien todos hallaban remedios para sus males. Fuele á buscar á su convento, significole su trabajo an y le suplicó la hiciese la caridad de decirle una Misa. Consolola, diciendo: « Presto le quitará Dios esas aflicciones, y su hijo presto se verá libre del peligro que teme: yo voy á decir la Misa que me pide. » Quedose la mujer á oirla, y en comenzán- dola se vió la mujer libre de las congojas, y sintió — consuelo en su alma mayor que cúantos había te- nido hasta entónces: y su hijo, sin saber como, se vió libre de la persecucion de la justicia, por ca-

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