BCCPAM000543-2-06000000000000

CAPÍTULO XXII. 125 135. Magdalena Cuevas mujer de Ramon Badía, vecinos de Valencia, visitándoles un dia el P. Igna- cio, vió que traia el manto que se lo habían cor- tado como á Santo en las calles, de que estaba con notable sentimiento. Hallábase ella encinta, y con la devocion que tenía al P. Ignacio le pidió - le diese su cuerda para cuando llegase la hora de su parto. No quiso dársela, diciendo que él era un pecadorazo. Procuró ella con el P. Guardian que era entónces de nuestro convento de Valencia que mandase se la diese, pues confiaba tendría buen parto si á su tiempo la tenía ceñida. Hizolo el P. Guardian, y al dársela la dijo el P. Ignacio: « Ella tiene mucha fe en mi cuerda, pues verá cuan mal parto tendrá »: y fué así, que se la ciñó y se vió en muy grande peligro: lo tuvo por profecía del P. Ignacio, y la primera vez que le vió le dijo: «¡Ah! Padre, ¿y como no me anunció mi mal parto? », y él respondió: « Para que se desengañe, que no soy el que piensa: si no tuviera mi cuerda, le tuviera bueno. » 136. Doña Francisca de Borja y de Milan, Mar- quesa de Albayda, mujer de D. Cristóbal de Milan y de Aragon, Marques de dicha Villa, estando una vez encinta, la fué á visitar el P. Ignacio. Con la fe que tenía en sus oraciones, le rogó con mucho afecto la encomendase 4 Dios para que la diera buen parto, que temía mucho su peligro. Ofreció

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz