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PROFECÍAS 134. Juana Ana Picó, mujer de Vicente Car. Y bonell, vecinos del propio lugar, tenía dos hijas 7 doncellas enfermas. Llegó á su casa el P. Ignacio y; dijole: « Padre, ¿qué le parece de estas mis hijas?» y él le respondió: « No se tome, hermano, pena: que tiene dos ángeles en la cama. » Entendió la madre que las dos morirían, y vuelta á él con un descon- suelo grande le dijo: « ¿Y como, Padre, las dos han de morir?» — «Si, hermana, dijo él, confórmese con la voluntad de Dios ». Aquel mismo dia murió la menor, y la que quedaba se mostró siempre muy devota de los capuchinos: estando ya agonizando, advirtieron que sin pestañear estaba muy atenta; preguntáronla lo que miraba con tanta atencion, y respondió muy alegre que miraba dos padres ca- puchinos, y acabando de decir esto dió su alma 4 Dios. Al siguiente dia fué el P. Ignacio á consolar -4 la madre, hallola muy afligida y desconsolada, -y la dijo: « Consuélese , hermana , que tiene dos hijas en el cielo: (ojalá) mi alma como las de ellas »; y refiriéndole la vision que tuvo ántes de espirar de los dos Capuchinos, dijo él: « ¿No le preguntaron quienes eran? ». Respondió que no hubo lugar, pues acabando de decirlo espiró. De cierto no se sabe quienes fueron, pero la misma madre y otros que sabian cuan devota era la niña de los Padres Capuchinos, tuvieron por sin duda fueron el Padre S. Francisco y el mismo P. Ignacio. |

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