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INTRODUCCION 5 rasen por grande, los que llegaron á conocer la suya. Veneró la suya un San Carlos Borromeo, un beato Patriarca Juan de Ribera, el santo Reli- gioso Fray Domingo Anadou que decía: « Si este reino tuviera diez justos como él, ¡que dicha sería tan grande la suya! »; los nuestros que le trataron más de cerca y fueron testigos de vista de sus heróicas virtudes en las Provincias de Milan, Ca- taluña y Valencia, todos le veneraron por varon Santo. Unos decían que aun viviendo se podía dar su vida á la estampa en las Crónicas de los va- rones ilustres, para ejemplo de muchos, entre los más insignes de la Orden: otros que sólo por su vida, sin más milagros, se podía poner en el número de los Santos; tanta fué la honra con que aun vi- viendo le honró Dios, que por los de dentro y los de fuera de la Orden que le conocieron, generalmente fué tenido de todos por varon santo: y cuanto él más se desasía de la gloria que era propia de Dios y se tenía por el más vil y por el peor de los peca- dores, tanto le honraba Dios más y le doblaba los favores y las honras, haciendo fuese más notoria su virtud, con el poder que le comunicaba para que obrara mayores prodigios y maravillas, Argu- mento grande de su grande humildad, sobre que estaba muy segura su gloria. 5

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