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e el 1] 4 «q Ñ e á 120 PROFECÍAS que tuvo con el P. Ignacio, fué experimentando se le iba aumentando la hacienda: él mismo se mara- villaba de los medios por donde se la iba aumen- tando Dios; y en poco tiempo, siendo un pobre la- brador que había de trabajar para remediar las necesidades de su casa, que apénas con su sudor alcanzaba lo suficiente, cuando hizo esta deposicion, - confesó se hallaba con más de dos mil ducados, y, tenía por cierto que le había hecho Dios esta mer- ced por la intercesion del P. Ignacio, como él aun viviendo se lo había prometido. 128. Francisco Compañ, vecino del mismo lu- gar, teniendo enferma á su madre de la última en- fermedad de que murió, llamó al P. Ignacio para que la ayudara á bien morir. Fué con mucho gusto, estuvo con ella procurando ponerla bien con Dios, y al anochecer se despidió de sus hijos para vol- verse á su convento de Santa Magdalena. El dicho Francisco Compañ le rogó no se fuese, para que no muriese su madre sin tener Religiosos que la asistiesen al morir. Dijole el P. Ignacio: « No será menester: o tengan cuidado, que yo volveré ma- ñana y hasta que yo venga no morirá ». Fuese y volvió por la mañana como lo había prometido: y hasta la una despues de mediodia espiró. Llo- raban sus hijos la muerte de su madre, y el P. Igna- cio consolándolos les decía: « No se aflijan, que su madre está ya en el cielo »: y él estaba que no >

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