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CAPÍTULO XXIL. 119 AAAKXKÉÁ de saberlo, y como le dijesen que si, se holgó mucho. 126. Nicolas Ramos, vecino del mismo lugar de Masamagrell, tenía un hijo muy enfermo. Su mujer con deseos de la salud para su hijo, tuvo noticia había en Rafelbuñol una mujer que curaba esta enfermedad con dejarle un zapato del que la spadecia. Con este engaño iba la simple mujer al lugar de Rafelbuñol con un zapato de su hijo; to- pola en el camino el P. Ignacio, y con aspereza la dijo: « Déjese de eso, pobrecilla, déjese de eso, y vuélvase á su casa, que su hijo presto estará bueno ». Hizo la mujer: lo que le dijo el P. Ignacio, y sin pasar adelante se volvió á su casa, confiada estaría presto bueno su hijo, como se lo había di- cho: y el mismo dia se comenzó á conocer mejoría en su hijo enfermo, y dentro de ocho dias estuvo del todo libre de aquel 'achaque. 127. Francisco Gomez, vecino del mismo lugar, muy devoto y hermano de los Capuchinos y muy amigo del P. Ignacio, estando un dia hablando los dos, le dijo: « Bien sé que padece mucha necesidad en su casa, consuélese y confie en Dios. Muchas ve- ces se han visto algunos hermanos de los Capu- chinos muy pobres, pero confie en Dios y en nues- tro Padre S. Francisco, que aun se ha de ver rico: yo le encomendaré á Dios, para que le pague la ca- ridad que hace con sus hijos. » Desde esta plática de “E Ñ * ” sl , A a A » MIA AMA rea PA

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