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CAPÍTULO XXIL. le dire: este niño enfermo morirá presto: consuélese porque por él le dará Dios otro »; ambas cosas tuvo la mujer por ciertas, y las vió ambas cumplidas: que el hijo enfermo murió, y el que parió fué va- ron y le llamaron Pedro Vicente Aguilar. | 115. Doña Cecilia Micon, mujer que fué de Don Francisco Centelles, estuvo por espacio de diez y siete meses muy enferma de calenturas, sentía con ellas una continua vigilia, que con nin- gun remedio podía tomar el sueño; y con la opi- nion y fe que tenía del P. Ignacio, le envió lla- mar miéntras le duró aquella larga enfermedad muchas veces, y él iba con mucho gusto, dábale su bendicion y experimentó que todas las veces que se le daba, aquella noche dormía y descan- saba con mucha quietud. Como gozase de este beneficio siempre que la visitaba, procuraba que su marido enviase may 4 menudo por él, y siempre de su visita y bendicion experimentaba el mismo efecto; y temiendo morir de aquella tan larga en- fermedad, siempre que venía le decia al P. Ignacio: « Encomiéndeme á Dios: ¿dígame qué será de mi? »; y él todas las veces le respondía: « Una es la suegra de S. Pedro », por lo que entendía que estaría enferma, y fué así que esta señora lo estuvo siempre en una cama. 116. Doña Blanca Beluis mujer de Perez San Ger- man hallábase siempre enferma, apretada de varios S

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