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PROFECÍAS fermedad: traigan una presa que yo se la quiero E dar »; hizo que abriera la boca para dársela, y hizo sin dificultad alguna: de que quedaron admi- rados los que allí se hallaban, porque poco ántes habían intentado darle otra y no pudieron siendo : muchos, y poniéndole en la boca una llave para que la tuviera abierta miéntras se la daban, dejó en ella señalados los dientes. El P. Ignacio se la dió, y la tomó toda: y abriendo los ojos vió al P. Ignacio, y abrazándose con él decía: «¡ Capu- chino, capuchino! »: y le hallaron al mismo pun libre de las calenturas y de todos los demas acci- dentes que padecía, quedándole sólo mucha fa- queza, efecto de una tan grave y larga enfermedad: pero convaleció tan pronto que dentro de ocho dias se levantó de la cama, con admiracion de todos los de aquel lugar que le habían tenido por muerto: y el dicho enfermo decia que debía su vida des- pues de Dios al P. Ignacio. 114. Isabel Juan Pons mujer de Pedro Aguilar, _ vecinos del mismo lugar de Museros, tenían 5 hijo de edad de cinco años muy enfermo. Supo estaba en dicho lugar un dia el P. Ignacio: y to- mando al niño enfermo en los brazos, le fué 4 bus car por la calle y suplicole le dijese los Evan- gelios. Estaba la madre encinta, y el P. Ignacio díjole al niño enfermo los Evangelios, y á la ma- dre la dijo: « No se tome pena de lo que ahora

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