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É PA E CAPÍTULO XXI. 105 — - que ya contaba por suya, con mayor rabia y co- nato mayor volvió 4 dar mayor batería de pensa- mientos al corazon de esta señora, representán- dole más vivamente los motivos de su agravio y la imposibilidad de su remedio, con que otra vez volvió 4 resolverse á su intento primero de deses- perarse. Revelóselo segunda vez Dios al Padre Ignacio, y no estando aun léjos de su casa dijo al compañero: « Volvamos allá », y fué: llamola, y la - reprendió con alguna aspereza de que tan presto había faltado á los buenos propósitos y palabra que le acababa de dar. Turbose aquí la mujer, y conoció el cuidado de Dios de la salud eterna de su alma, se confirmó que era aviso suyo en ha- berle revelado segunda vez al P. Ignacio los se- eretos de su corazon: y agradecida á él, hizo firme y eficaz propósito de no volver á dar oidos á Satanas, confiando en Dios el que daría remedio á su trabajo, como su siervo le había prometido: y lo tuvo entrándose Religiosa en un Monasterio de la Ciudad de Murcia: y siendo ya profesa hizo en secreto y con juramento la deposicion de este suceso, diciendo que si contribuyese para honra del Padre Ignacio, aunque fuese contra la suya, lo diría públicamente en medio de la plaza. 106. A Ursula Selena, mujer de Domingo Mar- tin, vecina del lugar de Rafelbuñol, muy conocida del P. Ignacio, por ser muy devota de los capuchi-

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