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E m.. F e. 96 DEVOCION A MARÍA SS. e los fieles, y con mayor abundancia á sus mayores devotos que con mayor afecto la honran más y , confian en implorarla. Todo esto dijo de Ella su devotísimo capellan San German Obispo. « No tiene fin tu grandeza (dice), Virgen gloriosa, no se cansa tu amor de amparar á tus devotos, no tienen nú- mero los beneficios que les haces, santísima Vin. gen: nadie se salva sino por tu medio, nadie, oh purísima, se ve libre de sus males sino el que se vale de ti, ánadie se concede don alguno que tu no se lo alcances, de nadie se compadece la di- vina clemencia sino del que tu te compadeces, y siendo tú á quien tanto necesitan los hombres, - ¿quien no te llamará bienaventurada, quien no te alabe y engrandezca y honre y ponga en ti todas sus confianzas, quien no acudirá á ti en sus ne- cesidades, quien no se valdrá de tus ruegos para gozar de los bienes que le faltan?» Nuestro Pa- dre Ignacio en esta Señora, despues de Dios, te- nía puestas todas sus confianzas; Ella era sus de- licias amábala tiernamente con todo su corazon, como verdadera Madre suya; amábala y la reve- renciaba por Reina de cielos y tierray por digna Madre de Dios, á quien ama más que á todas las criaturas juntas; alegrábase de todas sus grande: zas; acudía á Ella en todas las necesidades pro- pias y ajenas, y luego veía su socorro: invocaba su fayor en sus trabajos, y le experimentaba sin ae ts Bda pen

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