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CABÍTULO XIX. 93 o - bala con particulares afectos de devocion, amor y agradecimiento. 94. Los Misterios de la Pasion fueron la prin- cipal materia de su consideracion para la oracion. Aquí se le ofreció campo dilatado á los afectos de su alma: miraba en ellos 4 Cristo no comu hom- bre sólo, sino juntamente como Dios, no apartando la consideracion la divinidad de su humanidad, sino mirándolas ambas con una simple vista de fe, con que hacía una alta estimacion de ellas y de las penas y afrentas que en su humanidad padeció. Finalmente la Pasion de Jesucristo era el objeto de su contemplacion, en que descubría las infinitas perfecciones de Dios que resplandecían más entre sus penas y tormentos, entre sus afrentas y des- precios: viendo tanta humildad y viendo como abatida su divinidad, su admiracion le tenía fuera de sí, y no hallaba para todo linaje de afectos santos, campo más dilatado, que el de la Pasion del Señor. 95. Fué tambien devotisimo del santísimo Nom- bre de Jesus, cuya virtud tuyo muy bien experi- mentada con los innumerables milagros que hizo este Señor por medio de esta su encendida devo- cion, como diremos á su tiempo. Sabía haber di- cho Cristo 4 sus Ministros Evangélicos, que en vir- tud de su santísimo Nombre harían maravillas, y que cualquier cosa que le pidiesen 4 su Padre en