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con ella resistir las tentaciones, desa- tender respetos humanos, olvidarse de sí y poner la mira en sólo agradar á Dios: lo que logrará si procura arre- glar todas sus acciones á su ejemplar Jesucristo, y todo obrándolo por su amor, aunque tal vez sea con seque- dad, amargura y repugnancia... Sírva- se dar expresiones á los Señores sus padres y hermanas. (Sevilla, 13 Junio). Ahora le digo en órden al vestido de mi ahijada (hija de V.), que me parece muy bien su pensamiento de vestirla de Antonia el invierno y el verano de Lázara ú otro lienzo asea do y ligero. Siga V. tiéndola de lanas, que aun en ellas se hallan telas primorosas, pero sin em- belesos. Ya creo la irá V. sujetando el genio, para no castigarla mucho, pues sin golpes se consigue el fin, con sólo el no dejarla salir en cosa alguna con su gusto... — Desea V. saber ¿cuál es la vida de un Cristiano ? La fe nos dice debe ser conforme 6 se- mejante á la de Jesucristo nuestro Dios y Señor. El pensar, el hablar, el obrar y todo “cuanto en nosotros hay, debe ser segun este ejemplar: de lo contrario vamos muy lejos del camino del cielo. Católica verdad es que no hay Otro camino que este, y que el que por él no camina no entrará en la Bie- naventuranza. Para esto no basta el dar limosnas, el no hacer mal á otro, el nó ser escandalosos ni blastlemos, así siempre vis- ete. no basta el dejar de ser malos, es indispensablemente necesario el ser buenos con el ejercicio de las virtudes. Sin humildad, sin paciencia, sin caridad, sin mortificacion de pasiones, sin des- precio de las máximas del mundo ete., es imposible salvarse. Estas cósas no se cumplen con sólo saberlas y que- rerlas, es preciso valerse de los me- dios: cuales son, el retiro de ocasio- nes, la frecuencia de los Stos. Sacra mentos, la leccion de libros devotos y cristianos, la asistencia á los templos para el Sto. Sacrificio de la Misa y para oir la palabra de Dios, la devo- cion 4 María SSña. nuestra Señora, y á los Santos, la oracion, y la sujecion á un Director etc. Decir lo contrario es blasfemia y error que debe dela- tarse al Sto. Tribunal de la Inquisi- cion. No hacerlo, es perderse para siempre. Dios, no yo, es el que esto APÉNDICE enseña. Si V, quiere salvarse, debe precisamente guiarse por estas leyes, pues ni hay ni pueden haber otras que puedan salvarnos. Ni cumple V. con sólo observarlas: debe procurar que las observen todos lós de su familia, bajo la pena de ser rea de su pecado y perdicion, si en alguno tolera 6 di- simula su transgresion. Esto le perte- nece más al compadre y á V. el re- cordárselo con amorosa, humilde y paciente instancia y eficacia, encomen- dando á Dios el logro de ella. (Má- laga, 2 Marzo 1779). Mucho siento, amada hija mia, tu padecer, y por lo poco que me dices quedo en sumo cuidado de si. te ha- brán dado tercianas ó aleun otro mal de los que generalmente se ven aquí y en otros pueblos: Su Majestad te libre, si es de su agrado, y tambien á los Señores todos, como de contínuo se lo pido. Da á sus Mercedes mis encarecidas expresiones etc. (Ronda, 23 Agosto 1785). Rosario, amada hija mia en el Se- nor; este sea siempre con nosotros: Amen. — El dia 11 del corriente lle- gué á esta ciudad (de Zaragoza) des- pues de haberme detenido once dias en Cuenca en la Mision que hice allí por empeño de aquel Señor Obispo. Por el camino lo pasamos bien, á Dios gracias, aunque no faltó la lluvia, frios y hieves que nos envió su Majestad con abundancia; pero no obstante lle- gué aquí bueno, aunque cansado y con casi contínuo dolor de estómago, del que bendito el Señor estoy ya li- bre, El dia 16 di principio á la “santa Mision en la iglesia de Nuestra Señora del Pilar, y en el primer sermon me dió un accidente tan fuerte que á la mitad de él perdí el habla, el conoci- miento y el uso de todos los sentidos, y á no haber llegado prontamente los religiosos hubiera caído en el púlpito ; me sacaron de él y en un coche me trajeron al Palacio de su lla, donde me dieron una taza de caldo, y con ella y dejar los ayunos y la abstinen- cia, fué Dios servido que el dia si- guiente y despues todos los demas haya continuado la tarea sin especial novedad. El pueblo se tcohmovió con un llanto extraordinario en mi aeci- dente, y despues sigue maniféstándose mucho fruto en todos: gracias á Dios
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