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| | | AUT AAN ANNA CUA NARA Up Terrestre seo AREA 328 CAPÍTULO deponente; no se cantaba otra cosa que el Trisagio en honor de la SSma. Trinidad con la misma amabilidad que lo decía el Sieryo de Dios, como tam- bien todas las otras oraciones que te- nía por devoción, cuales eran: por la conversion de los perseverancia de los justos, "y rogar pecadores, contu- sion de ateos, materialistas, libertinos, indiferentes .6 implos filósofos de este siglo, con la invocación del -« Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, libranos, Señor, de todo mal. » (Proc. p. 126). 1067. — Fué tan coploso el resultado del P. Cádiz en sus apostólicos tra- bajos en el breve espacio de tiempo Ciudad de Zara- goza (de la cual salió mucho ántes de amanecer del dia 2 de Enero de 1797) que no se ha visto igual desde tiempos muy remotos, y nada hubo de extraordinario que la comun voz no lo atribuyese á su eminente y heróica virtud, Ll sólo verle y admirarle cau saba cierta devocion y reverencia, y su humildad exterior daba á conocer cual sería la del alma, y así. grandes y plebeyos le invocaban. Unos le lla maban Angel encarnado, otros Santo, aquellos Apóstol, y muchos otros que era uno de aquellos predicadores a- postólicos que Dios por su infinita mi- sericordia suele enviar de siglo en si glo para beneficio espiritual de los pueblos. (Froc. p- 380). 10608. — Antes de llegar el Venerable siervo de Dios á Orense, nuestro dignísi- mo Prelado el Señor Cardenal Quevedo y Quintana preparó á sus fieles con un sermon, el deponente lo vió con los ojos llenos de lágrimas que vuelto al Ssmo. Sacramento exclamaba le per que estuvo en esta donase sus faltas, su poca sabiduría para instruir á los fieles, que. su mi- sericordia infinita le enviaba un Angel de luz como era el Venerable siervo de Dios Fr. Diego José de Cádiz para reparar sus grandes faltas, y tres dias despues se presentó el siervo de Dios y luego comenzó su santa mision. (Proc. p. 126). 1069. — Una persona embebida en las malas doctrinas fué conducida por un amigo quizá por sola curiosidad de oir al Venerable, y llegó á tiempo que el predicaba contra los materia- listas é incrédulos; aquella persona | LXXX habiéndolo oído quedó tan atónita y con- fusa, que habiéndolo visto el cumpa- pero que lo había conducido deseando el bien de su alma, le preguntó qué juj- cio había formado del sermon, á lo El fraile aprieta mu- Ñ ñ , Ñ echo; preciso és O noO OLPLO, O Creer. que contestó : La gracia comenzó á obrar en su co razon, volvió otras veces, aunque las primeras lo hacía con repugnancia y á fuerza de las instancias del amigo, pero de allí en adelante ¡ba solo y convencido hasta que se confesó lo que no había hecho hacía muchos anos, arrojo los libros mal Ss, POMO ligado, co. menzó una vida edificante y murió « jemplarmente. (Proc. p. 135). 1070. — En la Ciudad de Antequera predicando una tarde contra las co- medias hizo ver con tanta evidencia los abusos del teatro y sus los lazos con que estaba fatales consecuencias, que allí mismo le in- terrumpió el auditorio protestando a- bor: y quitarlas del todo. Esto mismo se verificó aunque no en estos términos, sino por “acuerdos formales de los Ayuntamientos, en las Ciuda- des de Granada, Sevilla, Córdoba, Má- laga, Ecija, Ronda, Jaen, Martos, Mur- cia, Carmona, Cartagena, Jerez, Lor- ca, Alicante, Alcalá la Real, y en al- gunos de estos Pueblos legó a tanto el fervor que echaron por tierra la casa donde se represent iban. 1071. — Fué tan maravilloso el fruto que recogio, que cesaron los escánda- los, se reconciliaron los enemigos u- brazándose públicamente y pidieronse perdon los unos á los otros, de modo que fué una general reforma en. las costumbres á satisfaccion del Sr. Ar- 20bispo, el que dijo al Clero que le acompañaba: Esto Padre es un.segun- do BR Pablo Apóstol. (Proe. p- 135). Por una semejanza así tan portentosa de su heróica virtud era llamado por los hombres más santos y sabios, el enviado de Dios en su misericordia, el segundo S. Pablo, el Apóstol del siglo diez y ocho. (Proe. p. 373). 1072. — Los hombres ductos y vir= tuosos que oyeron sus sermones, ma- ravillados de su espíritu y celo verda- deramente Apostólico, le aclamaron el Apóstol del siglo XVIII y un se- gundo 5$S. Pablo, reputándole hombre extraordinario de aquellos que suele

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