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FAVORES CELESTIALES Y MILAGROS 313 estar formando un sermon de Pasion le vió con el rostro tan encendido que le puso espanto: y sabido es aquel ca- lor extraordinario que sintió otra perso na al tomarle la mano para besársela, que hubo de soltarla en el pronto 937.— Preguntado Fr, Diego qué cosa había predicado la noche, tal, le con testó; «Señora, esto y esto. » Al referir el objeto de la predicacion estaba tan lleno de amor divino que observó que se levantaba de la tierra y subía hacia arriba, y observando este prodigio (di jo ella misma al deponente) lo cogió del manto y dijo con mucua gracia « No, si tú te vas, yo me voy tambien contigo. » (Proc. p. 3 £8). 988. — La misma Vírgen de la Paz, de la cual fué devotísimo, componién dole una admirable novena para acre centar su culto, le habló varias veces, le prometió su ayuda, y que descan- saría su cuerpo al pié de su taberná culo y capilla, como en efecto sucedió. (Proc. p. 328) 989. — Asistiendo el B. Diego á la Misa Conventual en la Iglesia de Ca puchinos de Sevilla el dia del Dr. $, lldefonso Arzobispo de pecialísimo abogado, le sobrevino un Toledo, su es- éxtasis Óó sueño misterioso, en el que se le presentó, vió y distinguió un cla- rísimo monte y en su cumbre un trono de Majestad rodeado de espíritus ó inteligencias imperceptibles Ó indefi nibles, á donde subían y presentaban los Obispos y Prelados de las Iglesias las oraciones de los fieles y por los fieles, significadas en unos llevaban en las cho; el significado de todo esto es muy Incensarios que manos delante del pe alto y misterioso, pero se reduce al cul- dado pastoral de los ( Jhispos yá la res ponsabilidad que tienen para con Dios á quien deben acudir continuamente con oraciones pidiendo por el bien de los fieles, 990. — D. Juan Lopez de Galvez, sacerdote bien conocido en Andalucía y fuera de ella por su caridad, celo y virtud, depuso: Que acompañando al P; Fr, Diego desde Granada al Guadix por Mayo de 1779, se dos á hacer noche en vieron obliga una cortijada, porque el temporal arreciaba dema siado. A poco rato empezó á llegar gente de las aldeillas: inmediatas, á donde corrió la voz de estar el Padre allí. Entre el tropel se dejó ver una pobre anciana sobre un jumentillo sos tenida de algunos. Llevaba esta 1n feliz muchos años de total postracion y en una perfecta cegue lad. Oyendo aquella tarde que nuestro Venerable pasaba cerca de su aldegíiela, se hizo llevar al camino muy confiada en que su oracion la sanaría: la detención ó rodeo del Padre la afligió pero sabiendo su parada, se hizo con ducir á donde estaba, y con altas vo- « Fr, Diego, ten caridad de mí. » pe enfternecio no poco, ces decía: 1 acercóse úáa ela, le dijo un Evangelio, gran dulzura, é hizo en sitio conveniente, la consoló con la acomodasen donde noche. Aun no venía el dia partió Fr. Diego con sólo sus com pasu la cuando pañeros (los demas dormían ); despien tan, y efecto prodigioso de la fe de aquella mujer, y una poderosa confirmacion de la virtud del Padre; porque ella sintién dose buena, lo publicaba y patentizaba andando y viendo con perfeccion, y el Beato comprobaba con su fuga su humildad. 991. — D. Francisco Sanchez presbí tero y capellan de la capilla de Jesus en Martos, depuso con toda formal lo que encuentran es el dad, que salendo con otras muchas personas á recibir al Padre al cortijo de la Cueva, iba enteramente disfra zado y sin insignia ninguna que ma- nilestase su caracler, por evilar que cuando llegase á besarle la mano se hacerlo como tenía de había hablado, y aquel sitio era bien arrodillase á costumbre. Jamas le cuando llegó á OSCurt do ; pero otra luz se lo des- cubrió tan á las claras, que no bien había acercádose al Padre, cuando ya estaba en la postura indicada INpri miendo sus labios en su mano, 992. — El mismo D. Francisco San chez declaró á peticion de D Fernando María de Escobedo ante el juez secular de aquella Y illa, que viniendo el Beato á hacer mision á ella el año de 1780, siendo muy erecido el concurso que lo esperaba en un cortijo en que debía hacer parada, cuando llegó le rodea ban todos á porta deseando cada uno ser el primero que le besase la mano; más el Beato desde luego empezó á decir; « ¿Dónde está esta enferma? ¿ Dónde está esa pobrecita? » Era esta A A a AR
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