BCCPAM000543-1-10000000000000

rn e 283 CAPÍTULO de afección y lo corroboraba más y más en los actos, á que con los Claus tros de las Universidades á que estaba incorporado concurría en público ó dé ceremonia. Era indispensable ador narse con la muceta y orlas: ínterin estaba así condecorado, se le advertía como inmutado y trémulo, y decía muchas veces: « yo que sé muy á fon- « do cuál es mi Ignorancia y me veo « adornado con las insignias que tes « tifican lo contrario, ¿no es preciso « que me avergúenze de llevar este « traje? para mí, de cierto, es un « sanbenitó; pero ¿ qué se ha de hacer? « contentemonos con aquello de.. « aunque la mona se vista de seda, « mona se queda. ) 906. - Fué tan humilde el P. Fr. Diego José de Cádiz, que decía fre cuentemente: Los pueblos honran dá este asno de Galtera, eomo sí las mu- tasen la cate echas campanillas le qu goría de asno: expresiones humildes estampadas y escritas por el Siervo de Dios en lá alocución en accion de gracias, con las que Jas daba cuando los Timos. Cabildos, Consejos y Uni versidades le honraban con las insig nias de sus ciencias, como consta de los mismos escritos del Venerable. (Proc. p. 290). 907. De este mismo amor y de- seo de sentir y obrar con: los verda- déros humildes, nació el no haber per- mitido ¡AImas, que en los pueblos le echasen ó fijasen victores, El mismo espíritu le inspiró lo que ejecutó en la Sta. Catedral de Jaen. Recibido por aquel Hustre Cabildo en el número de Sus Canónigos tn Sacris, la manana que con todo aparato y formalidad tomó posesion de su silla de honor, hubo procesion claustral de un aniver sario; iba en ella nuestro Ft. Diego en el lugar (que le correspondía, y a- cabado el presponso, al tiempo de la uspersion, todos lo vieron con singu- lar admiracion y edificacion, arrodilla do á los pies del Preste servirle el hisopo, sin que nadie hubiese adver- tido como ni cuando se previno para tan humilde accion 908. — Estaudo haciendo mision en Alcalá la Real, reparó una mañana que le ayudaba la Misa un religioso Sacerdote: no hizo alto persuadido que á aquella hora no estaría desocupado LXXIV | aleun donado 6 religioso lego, al dia siguiente sucedió lo mismo, y ya el verdadero humilde empezó á sospe- char que se querta hacer con el da distincion: que entre nosotros es pri vativa del Rmo. P. General. Celebrá con no poca inquietud de su espirita, dió gracias, segun que acostumbraba, subió á la celda del Guardian y con las más vivas, pero humildes palabras empezo a darle quejas de ue permi tiese que con él se hiciese semejante distincion: « ¿Es posible, P. Guardian, « que venga yo huyendo de los inde- « bidos honores que me hacen las « gentes, que me recoja al claustro « para en él fortificarme más y más « contra las ocasiones en que me veo « de contínuo de ser un Luzbel en la « soberbia, y que aquí encuentre los « mismos 6 mayores peligros ? pues, « Padre, concluyó su razonamiento con « el semblante inflamado, ó tal distin- ( cion no se vuelve á hacer conmigo, « 6 suspendo la mision y me. voy á « donde me traten como merezco « mis ingratitudes y culpas. » E Lo dijo, y arrodillado pidió perdon de cuan to se hubiese excedido en su razona miento. 909. — Un testigo dice lo siguien te: « Estaba el declarante en su cuar to con un Religioso Franciscano del Colegio de Misioneros del Espíritu Santo llamado Fr. Alberto de Dios, y entró el P. Cádiz: por la opinion de virtud y santidad que este gozaba, el P. Alberto al instante se echó á sus pies para besarlos, mas el P. Cádiz que con su viveza advirtió aquel mo vimiento y doblarse el cuerpo, se pos: tró tambien á Uiempo para hacer con el P. Alberto la misma cosa, y HIn: guno de los dos encontraba el pie del otro por más que se esforzaban y To gándose el uno al otro de conceder aquella gracia, y así quedaron- pos trados hasta que el deponente les ro go diciéndoles que se levantasen, qu ámbos habían cumplido bien aquel acto de humildad ,y respeto, y al moment se levantaron. (Proc. p.R93). 910. Volviendo una noche de la Misian de la Iglesia de Sto. Domingo le acompañaron hasta la habitaciol personajes de distincion, y miéntras descansaba un poco le preguntó uno de ellos que tenía con el P. alguna