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OBEDIENCIA 270 se pasados do meses de esta espe miento de espíritu sino con júbilo cie de suspension, a qué pidie e ) singular. Obedecía no con cautela 6 cación de la- órden, no pudo reduci doblez, sino con sencillez de corazon, tal hiciese. « Yo veo á Dios en no sospechando jamas que los que le a que toda criatura », decía muy fre mente, y parece que en ellas tambien le oía, segun que á t das se sujetaba. Por eso caminando aleunas veces sin compañero de la Orden, con algun aldeano, le obedecía cual si inmediato Prelado, maneján modo que sin advertirlo, ve n sponer del Beato a su placer En la segunda Mision qué hizo en la Corte, temiendo ó dudando de la p dencia Ó pulso cbn que el Beato tra taría en el púlpito los asuntos quí las circunstancias pidiesen tocar, se le pasó por uno de los principale Mi vistros la minuta de los que debían formar la materia de su liscurso Esta órden ciertamente trastornaba to do el que él había dado á su mision, y le obligaba á un trabajo por toda cireunstancias eravisimo; mas la reei bió sia Inmutarse. y la cumplió á la letra con harta a imiracion del que í la dió, que no se descuidó de indagar si la cumplía. Sigiló el verdadero 1mi- tador de S. Pablo esta especie, comu nicándola solamente 4 su Director y al compañero 5>act rdote que entón: es tenía, en cuyos papeles la hallamo anotada donde se lee que como re convenido 6 reprendido de que la hu biese observado, respondió: Yo bien « sé cómo se deben entender esta ( y bras: verbs Domini / J est all gatur v que no estaba oblizado en conciencia á obedecer; pero la ( experien: 14 que tengo de que en m hace la obediencia milagros, me man al leer el mandato con sereni l v obligó á ejecutarlo con ale á Y eN gi de Dios debo con Vi "Pp ¡ue á sar de ha- arme sin tiempo para lo; n ( « tudiar de un sermon á otro, me pa 'e que salían mejor formado qué que predico con la premeditación « y estudio que mis tareas. permiten; « tambien es cierto que casi siempre «als ¡bir puipito se me represen taban las expresiones de N. $. P. $. j IMCISCO: éramos idiotas / sujeto 857. A ninguna persona obedecía Femisa, sino prontamente, no con cal mandaban pudiesen hacerlo sin ella, | aunque alguna ve conoció haberse en añado « pero ¡qué importa yo no he perdido, dijo, el mérito de la obe diencia:; esta fué segura ». Obedecía tenazmente, es decir, sin reparar en las dificultades que tenía que vencer, que á veces tueron ravisimas y de juicio del más eserupuloso obediente u cumplimiento. Obedeció perseverantemente desde que entabló su religiosa vida hasta la muerte, pues 1 no hubo nadis de dentro ni fuera del clanstro que pudie e decir haberle ad o mun acto de desobediencia, n1 verúu obedecer con violencia, con repugnan cia, ó con murmuracióon, siempre ¡ con buen semblante, con abatimiento v humildad, manifestando que era dó cil no sólo á Dio mo á toda cria tura por Dios. En obsequio de la obe diencia no sólo cautivaba su voluntad sino su entendimiento sin dar lugará que el quicio jamas entrase áÁ juzgar ni descerntr lo que se le ordenaba, Nunca se vio que interpreta e, ó di curriese sobre lo que se le mandaba, aunque conociese 26 le habían de se gulr E randes incomodidades. 8D8. La obediencia de nuestro Beato fué perfecta, fué pronta, alegre y ciega, Esta última perfeccion de la obediencia es la que más cuesta á nuestro amor propio y la que con más cudado procuraron los Santos « San Francisco Javier... teniendo en las manos la conquista y conversion de un nuevo mundo, y llamándole su Santo Padre á Roma, con sola una let ue puso al fin de la carta junto ir su fiema, que era Í/, que en roman ce quiere decir id. estaba muy ati echo. que luego dejaría aquella tan rande empresa y tomaría el camino para Roma desde casi lo último del Oriente, y sin duda lo hiciera sí ánte que llegara la carta no hubiera ya ido ' zar de sus trabajos al cielo, » (Ho driqu ) 859, Exactamente igual era la obediencia de nuestro B., Diego, Y aquí larar unas palabras del P., lunis Antonio de Sevilla. Este sabio religioso escribe en la vida del Beato e fi