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E 270 CAPÍTULO LXX jemplo de Jesneristo, lloraba inconso lablement sobre los castizos de los pu blos, como hemo dcho en otra parte ; tomaba en ello el mayor mie res, y como si sobre él vimmiesen lo dos los procuraba evitar clamando, suspirando v orando al Señor levan- tase el brazo de su indignación. Esta aflicción de su espíritu era mayor, cuando $ bía 6 meditaba en los ma les y daño (ui la culpas traen á las almas. Por el contrario era su gozo bien conocido cuando despue s de las rogativas y procesione de penitencia, daba 6 detenía el Cielo sus aguas: y mucho más público hacía su espiritual júbilo al finalizar sus misiones, consi derando el fruto qui en ella había recogido para Dio y para us pro- ymo 347. In tas contradicciones que tuvo en órden á su benéfico ministe no, la moderación y decoro en sus palabras en apoyo de su razon, sl res piraban urbamdad y respeto, probaban tambien el honor que daba al carácter de aquellos con quienes discutía, 51 hablaban contra él, si escribían ale: nos con tan poca estimación, Cl al se sabe, lo más qui e le ovó, fué decir: « Están tan embebidos en sus nego « Clos, que no tienen tiempo para re « flexionar en este particular: yO sOy « el imprudente, porque podía buscar « más oportunidad »; y cuando algu nos trataban decirle lo que se esc bía contra 6l, lo impedía inmediatamente : « Ya sé de eso bastante, decía, esos « sugetos piensan que sus dictámenes « son más acertados que los mios ; « no los defienden por oponerse á mí G ni jamas he sospechado que lo ha « cen por ofenderme. » De suerte que su amor fraternal lucía en todo, ya sufriendo penalidades en el cuerpo, ya allicciones en el espíritu, va detrimen tos en su opinion y honor: nada -su caridad extinguía ni amortiguaba (1). Finalmente su caridad de todo esp.e- raba que resultase bien á sus herma nos, y nunca dió paso, emprendió via. (1) Para el Padre aquell qua 1 dumniaban eran sus Ñs predilectos am $8. — Jamas se le oyó palabra alguna de murmuracion, y el test monito Cree que ninguno podía bablar mu ran lo delante del Padre, porque su caridad disculpa- vá todos, ¡Pr p. 937 je predicó, escribió, 6 prestó lictámen sin gran confianza que de ello había de resultar gloria á Dios y bien esti ríual a sus prójimos. Por su conve sion se le oyó decir muchas veces lo que dijeron á impulsos del mismo principio Moises y Pablo: O perdó- « nalos, enñor, Ó bórrame del libro de « los vivientes; yo sufriré ser anáte- « ma pi r ellos 848. — Para 'el prójimo ningun sa crificio le parecía excesivo: sus mu chos dictámenes escritos, su extraor aria e "respondencia epistol r. los escritos que publicó, todo era efecto de su heróico amor al prójimo. 51 alo nos le decían: « Tome V Pp. alem canso; ¿ por que no trata tan variosa suntos con más sosiego ? » respondía . D j | «| Pues yo qué he hecho por mis pró « pmos t Vune CoOert, ahora me pa- « rece que emp1ezo, hasta aqui no ha ( vivido entre los hombres OLrO más « inútil que yo. » Su humildad así se lo dictaba, pero en la realidad ninguno vivía en sus dias, que tanto se empe- ñase en su bien espiritual: porque si es verdad que nada temporal poseia con que remediar los males óÓ nece- sidades corporales de sus hermanos tambien lo es, que aun en esta línea les proporcionaba remedio en el modo jue á su profesion le era permitido. 349. — Le afligían con extremo los pobres de Jesucristo, sus entrañas se conmovían á la vista de s r hambre y desnudez (1). No tenía con que aliv al sus miserias, pero les procuraba con tínuas y abundantes limosnas Lo llimos. Sres. Obispos; en e pecial el de Málaga D. Manuel Ferrer, el de Gua dix D. Fr, Bernardo de Lorea, el Exmo. 1 D Alonso Márcos de Llanes, Ar (1) ¡0 ntas ve n 2en Sus có MIeros, $ juedó el Siervo de Dios sin 4 boca tod l da por dar á los pol 3 Í y] "ul ¿ba en cam 8 solit $! Por otra pa Ss bastan nocidos los piadosos establecimientos r sus diligencias y consejos s ndar wa subsidio de la 1 sidad, y la tiosas suscr n re en varios pueblos se hicier 1VOt e los p ( sobre t 3 ) Cád 1 la tima Mision Grazalema, p. 33 Y ot testigo alaba la 3 bre qu n dist P entre los pobres la comida que llevaba para $ sustento en los v es que emprendía en el ejer D, 131 cicio de las santas Misiones. (Pri
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