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' | ! ' E | ! . a A A 208 CAPÍTULO los castigue, econ tal que me deis pa labra de o:vir bien. ¡ Ardentísima ca ridad!; Caridad verdaderamente heróica y que se asemeja á la del Apóstol San Pablo, y 4 la de nuestro Señor Jesu eristo, que se hizo cargo de tomar sobre sí todos nuestros pecados, para satisfacer por ellos al Eterno Padre! 812. — Su caridad era Caminando á Zarasoza le en cierto pueblo, que en otro aunque paciente. informaron no muy distante, pero separado de la carrera, estaba cravemente entero un hombre muy acaudalado, pero muy codicioso y apegado á sus intereses, sin haber podido conseguir dispustese de ellos; rogaron al Beato tuviese la bondad de pasar á dicho pueblo, por 1 que el enfermo había manifestado eran deseo de que lo visitase. desdé que supo su ida á aquella tierra. Pronto se prestó nuestro Beato á dar este rodeo, ansioso de ver si podía red cirlo á hacer las diligencias de verda dero católico un hijo del paciente, que mformado de su llegada clamó pasase á “visitar le: no se detuvo el Beato, y - verlo y exclamar con expresiones del mayor persona, todo fué [ ¡El P. Fr. Diego en mi e: ¡qué fortuna! un hombre tal...» Detu- vo el Beato inmediatamente este mo- Aposentós: en casa de elogio á su uno. a ! decía, do de CxXprosarse, y sentado á su ca le bizo una suavísima plática exhortándole á la conformidad y pa ciencia ; y descendiendo á lo que más urgía, que cra su disposicion, porque la enfermedad, era ejecutiva; á entender en términos los más cari ñosos y prudentes. simas palabras fueron saetas para el enfermo, que hiriéndolo en lo vivo, enal si fuese un frenético, miran do al Beato con una vista desatinada, empezó á hablarle así: Piensa V. « P, que soy algun hereje? soy tan «buen cristiano como él, y mejor que « 6l, todo lo tengo hecho, y así váyase « luego, engañador de los pueblos, « hipócrita, andariego, embustero, frai- « le pícaro, mal Sacerdote... » y por este estilo continuó desahogando la cólera concebida contra él. El B. Die= go parecia. sordo é inmutable en a- quella nube de dicterios; quiso con toda claridad hacerle presente el infe liz estado de su alma, pero le fué pre- becer: $ so lo dió Pero estas suaví- ns LXX Ciso ( el pqniOo IeXxi n. Y iras de pos j la E ( Istert ¡On aq Ñ p S aba quel mm ble: mny 1 0 su eterna Co! Í m. Ll ban dos los circunstantes, y si« i i Lanitos y 11011 ] Ss dh Ss Ñ ' Ñ nes impententes del en mo, no la estaban mónos de la si enid IgnNAl- dad de rostro que observ: i ' B. Diego, quien despidiéndose de ellos con Ll mavo!l urb nida l Y encargein- o 3 POgasen mueho 1 Di Ss po qu ' hombre SIGUIÓ su camino d ndo bien comprobado que u caridad era paciente 343. Kra benis na al mismo t 1m- po, y ninguno de cuanto ' taron encontró en él otea cosa, que las «qu halla el hijo en su alecta Ms dre. Uo mo tal a istía 4 les entermos ' pul nes visitaba, como tal consolaba : Ss tristes, como tal aconsejaba á los qu le buscaban en muy graves : p IPOS, y todo era bemenísima su caridad sob con lOs pobrecill IS pecadores en el confesonario (1). No se uno de dió easo cuantos llegaron á sus pies se levantase de ellos como se nota alir de los de otros ; aun aquellos á quie- nes era indispensable para sanarlo ecuprarios con pausa Ó con dila 10N, quedaban tan pers convemente hacerlo así, uadidos en que « mos suplic: dijo uno á varios de sus amigos : «me i « ha dilatado el Padre Cádiz la abso « lución, pero aunque me la dilate un « año estaré contento con tal que pue 1 « da vo recibirla 4 sus pies. Tal era la benignidad de sus afectos y exp Conmovido siones con lo pecad Tas á su predi 'ación en cierta Ciudad un hombre perverso que SelS anos im confesar, so, finalinente determinó confesarse con él; lo admitió á sus pies, y fé tal la labio que no sólo contribuyó mucho á su per benmignidad que halló en sus Í Era sa pública re los pueblos« ma 810508 para Os sermones del Veneral p Cá und los pueblosn remotos, qu g y mente cer 1 SI 4 s ' r es io d muchas horas s tal tivo para los ulores ques re se mar wan del trib Ñ le la peniten verda mente contritos y lin pios. (Proc 17