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A A A A A A PPe ce A E 5 6 CAPÍTULO Il. trato con Dios, la mortificacion etc. Llevado de estos deseos, sin consultar- lo con otro, me alé algo tuerte unos cordeles á lá cintura y muslos. que impidiéndome para andar, respirar ete, hube de quitar uno, y aflojar algo los otros, mas no tanto que no me hicie- sen algunos notables cardenales, por- que de noche y dia los tuve dias... el del muslo hasta tes de venir á bito. » 11, — (Que no sea exagerado lo que sobre las maravillas de la voca- cion del Beato Diego decimos, lo con firma la relacion auténtica de su fiel amigo el llño Abad de la Cole- giata de Cardona, quien á los méses del dichoso tránsito del de Dios, entre « En las frecuentes ocasiones que el Maestro Gonzalez me habló de las prendas y virtudes de su hijo espiri- tual Fr, Diego, siempre fué econ tér- muchos poco án- tomar el santo há- pi COS siervo Otras cosas escribió : minos que manifestaban el alto eon- cepto que de 6l había formado, hasta llamarle santo, á quien algun día se colocaría en los Altares. Decía: ser visible la mano de Dios en este Va- ron Apostólico, á quien el Señor ha- bía escogido y conducido desde la ju- ventud por caminos maravillosos y extraordinarios y juntamente le había enriquecido y llenado abundantemente con su espíritu, dones y gracias par: los altos fines á que le destinaba de ser Capuchino, Misionero y Santo: que esto se le había significado al mismo Fr, Diego, como á otro Sa- muel, en una vision, cuando sólo te- nía trece años y no entendía ni sabía quien le hablaba; coligiendo de aquí, que no sólo su ingreso en la Orden, sino tambien su ciencia, predicación y virtud eran maravillosos, siendo el es- píritu divino el que en él obraba y hablaba. » y Concuerda esto con lo que tambien Fr. Diego mej refirió tocante á su vocacion, que es lo siguiente. Estudiando gramática (no me acuerdo si en Jerez de la Frontera 6 en Ubri- que) fué con otros condiscípulos al Convento de Capuchinos en ocasion de estar en coro la comunidad, de la que á nadie conocía, Apénas entró en la Iglesia cuando repentinamente la vió con un resplandor, claridad y her- mosura tan singular, que le pareció hallarse en el Cielo: al mismo tiempo ovó una música tan agradable que no senti- dos dejándole absorto. « Ya ves, (me Capuchi- parecia pudo ménos de embargar sus ( decía Cual cantamos los « nOs; pues no obstante, me « entonces que cantaban los Angeles, « y tales se me figuraban tambien los « Religiosos que veía pasar por la « Iglesia. » (1) 13. — « Desde aquel sintió cón un vivo deseo de Capuchino, creyendo no poder ser fe- liz de otro modo; pero esto lo juzga- ba inasequible á causa de su natural rudeza e incapacidad, pues decía ser tanta que con razon se le reputaba por tonto, y como á tal le trataban todos burlándose de él continuamente; lo cual contribuía no poco para que se aumentasen sus deseos de tomar el santo hábito cuanto ántes por li- brarse de tales vejaciones. Logrólo en momento se hacerse fin ántes de tener la edad competente, saliendo milagro de los exámenes que precedieron y que de- Cono por sempeñó sin saber cómo, cual si otro fuese diciéndole lo que había de 'res- ponder á las preguntas que se le ha- cían, y traduciéndole el latin que no en- tendía. » Continua el Beato : 14. — « Había en el convento un Sacerdote ejemplarísimo con el que me confesé, y consu dictámen lo hacía todos los Domingos con grande consuelo y uti- lidad mia, pues la menor imperfección me parecía una montaña, sin declinar jamas en escrúpulos, ántes me reía de ellos. El oir á este Religioso que tenía don especial de hablar de Dios, me encendía en su Divino amor y en unas (1) Como este suceso fué tan marayilloso, co- piamos lo siguiente de un grave documento: « En la Iglesia del Convento de Capuchinos de Ubrique, recibe esta vocacion del cielo, de un modo tan maravilloso, que la Iglesia y el Monasterio le pa- recía á nuestro Caamaño el Paraiso, y sus habi- tantes Angeles y Bienaventurados; veía á los Ke= ligiosos Sacerdotes celebrar el santo sacrificio de la Misa con la mayor gravedad y devoción, sus rostros iluminados y resplandecientes, y á los de= mas, como extáticos y absortos en Divina con- templacion. No los t.nía ya por hombres viado- res de la tierra, en cualesquiera parte que los vela, y sí como moradores de la celestial Jeru- salen y Embajadores del muy Alto para con los hombres que habitan la tierra. » (MS A.) SA IDE YE PMA PEN : 3 A ; Ñ É k

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