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el Señor por afuera al Arca de Noe, sin dejar á este wbitrio para salvar á los perezosos, que sin embargo de tener ciento veinte años ántes noticia del castigo, acudieron por el socorro cuando ya subían las aguas de la uni versal inundacion. 500. — « ¿Quién verá un baile, una comedia, una representacion, ó con eurrencia profana, que no haga me- moria de aquel trasporte celoso de Moyses, cuando rompió las Tablas de la Ley al acabar de recibirlas de mano del Señor, porque su Pueblo no estaba en disposicion de oir con docilidad sus preceptos ? 501. — « ¿Quién mirará á Jesu eristo, como ejemplar de todo cris tiano, sin esforzarse á procurar su semejanza, sintiéndose conmovido de las dulces expresiones con que pintó los caracteres de. ser nuestro Camino, nuestra Verdad, y nuestra Vida? 502. — « ¿Quién pensará en la di- ferencia que hay y debe haber entre la muerte de un justo, y la de un pe- cador, sin horrorizarse con las me- morias, que nos dejaron Antioco y el Rico Avariento, y recibir un consuelo indecible con la tr anquilide ad de Moyse S, el pobre Lázaro, y el Mártir Ms rcabeo ? 503. — « ¿ Quién abrigará dentro de pecho la más pequeña centella de rencor, enemistad ú odio, que no se conturbe con el ejemplar de Aman, con el sueño de Laban cuando per- seguía á AT con la parábola del amo tan libera con su siervo, y con la historia del osa leia Marino ? Y si á todo esto se mantiene inflexible ¿po- drá resistir á aquel Yo lo digo de Je sueristo, repetido por el celo del Pa dre Cádiz ? SM, — «4 Cuándo habló del amor Dios, no parecía sino un Elias, to do fuego contra los adoradores de Baal. Y cuando exhortó á la perseverancia, abrió brecha econ su dulzura en los co razones más obstinados:; háciendo de mostrable la amargura de corazon en que vive el que ofende á Dios, como la dulce delectacion que prueba el que se mantiene libre de la corrupción y istante de la impiedad. 505. — « Cuando se le ofreció tratar de algun dosma, como que apuró las fuentes de donde tomó las pruebas. Cuando se puso á detestar un vicio, MISIÓN DE MURCIA 165 fueron tales las inveclivas con que lo persiguió, que se avergonzaría el mis mo delito, si viera su retrato con tan negros borrones. Y cuando alabó una virtud, es irresistible el amor que me recen las bellas cualidades con que la adornó. Supo discernir con claridad, y explicar con viveza los vicios que se cubren con la apariencia de virtud; de modo que sabemos que Ananias y Safira fueron avaros, no obstante la voluntaria oblacion que hicieron de sus bienes: 0 Acab y el Fariseo fueron soberbios, aun entre sus ma yores humillaciones; y que Esaú man tenía el odio más envejecido contra Jacob, aun dándole tantas pruebas de amistad y reconciliacion. Y para esto se vale de los nombres nus propios que se hallan en los Libros Santos, de ejemplos los más sensibles, y de fi guras las más expresivas. 506, — « Las cinco pláticas que hizo al Clero, fueron asombrosas. Mu cha Teología, mucho Derecho; Eseri- tura toda, y sobre todo, más libertad y más fuego. Su designio fué ponderar la belleza de la virtud que debe coro nar el espíritu de los Iclesiásticos; V la deformidad de aquellos vicios, que con sola sospecha pueden enturbiar su fama y oscurecer su inocencia. El re trato de la virtud lo sacó de aquellos originales, que con una libertad evan- gélica confundieron en todos tiempos la herejía y avergonzaron á los Mi- nistros y Maestros de la impiedad; de aquellos Héroes de la Religion, que no se contentaron con vencer di- ficultades medianas. sino que rompie- ron muros de bronce, segun la expre sion de un Profeta: de aquella vida laboriosa, observada constantemente en todos los siglos, con que la Iglesia ha aplicado á los fuertes y valerosos en ciencia, espíritu y virtud, para llevar á efecto las obras más relevantes de la gloria del Señor: dejando á los dé biles lo que es más facil y ménos im portante, sin espantarse ni de las di- ficultades que encuentren, ni de la i gratitud. de aquellos mismos á quienes usistan. 507. « La vergonzosa imágen de los vicios, la tomó de la grandeza del estado, de las honrosas cualidades que deben adornar á los ministros del Evan- gelio, de lo despreciable que se hace | a m9
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