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DEVOCION DEL B. DIEGO nidad en nuestras Iglesias; y bien es inviese en nuestros Conventos, bien los en sus Misiones, apé- nas perdería año en que no predica fuera de e Se: y dióse caso que lo hizo en luga rillos bien miserables; pero sí con « locuencia y fervor, siempre acomodan dose al auditorio. 129. Hizolo por. tres, seguida mente en nuestra Iolesia de Málaga, v un Religioso de cierto Orden, Teó logo y Muestro bien profundo y es tudioso, que le había oido los dos pri meros, y eserto en compendio los ser mones, subiendo que lo repetía el ter cer año, dijo a OLPO Maestro del mis mo hábito vamos «dl or que dice « hoy Fr. Diego de la SSma. Trini « dad que no haya dicho ya. » Pre dicó por cerca de dos horas, pero con tal novedad de esped 1es símiles, expli caciones doctrinas, autoridades, elo- cuencia y fervor, que acabado el ser mon, lleno de admiracion el referido Maestro, dijo al compañero: « Es pre « ciso confesar, que este hombre ha « estado todo el tiempo que ha pre- « dicado, en el Cielo, donde cara á « cara se vé quién es el Padre, quién « es el Hijo, y quién es el Espíritu « Santo... Jesus, Jesus, ¡ qué asombro! «S. Agustin no pudiera habernos di « cho más, que lO que nos ha dicho y concluyó exclaman- do: « HBeatus es. quia caro et sanqu ( nO) I velavít LDL. sed Pi ter qu in « corlis est. » (1) Ciertamente por es te Padre de las luces le vino por la meditación y el estudi dad y facundia con que predicaba de tan sublime arcano: el rudo lo enten día, como el sabio; y si ni uno ni o tro podían repetir cuanto habían oido, todos se afñianzaban más y más en su k encia, y todos procuraban manifes 1 ppOY nu v nod 18 SU d ) ' 1 Siro de ma «Un n 1Cep ( sería á Dios 1 in ste empeno de ] á vi el larli í 1 y ' H dole el Pad ' í una R ¡ (r] 1 ejen la 1 qu n au pi hese á Dios le diese luz y encia para predi de este Misterio, y 1 biéndol: r hecho con mucha cons tancia y fervi le fué respondide Le daré n S y) cienci y luz, $ US aras : Íí LA SS, TRINIDAD 145 « sabor (1); para que al mismo tiem « po que me predica, me conozca y « guste cuanto es posible á su estado de vIadaor. 130 « Yo no sé si sería efecto Ó cumplimiento de esta promesa (que no juzgo haya tundamento para negar que fuese hecha), lo que yo y otros varios notamos, cuando con motivo de haber predicado en la Jelesia de RR, PP. Mínimos de Málaga, en las fun ciones de la Beatificacion de los Sier vos de Dios Longobardo y Homobo no, que allí hicieron celebrar los Hxmos. 55. Duques de Medina-Celt, distinguiéndonos con el honor de que tuviésemos Altar y Púlpito en ellas; predicó divinamente en ámbas nuestro Ir. Diego, pero en la oracion que hi zo de Homobono se excedió desde su tema, que fué este: Homo bonus de thesauro suo profert bona (2), has- ta su conclusion. En el cuerpo de la oracion y en lugar oportuno habló de la singular devoción del Beato Ilomo- bono á la SSma. Trinidad, y de la sen cillísima familiaridad con que trataba á Dios, que era tanta, cual no podrá 1igua lar la de un amigo el más íntimo y jo vial á otro En comprobacion de este rajo el Padre entre amistoso trato otros este past rarísimo, y que ha ce á nuestro caso ; « Contemplaba el sencillo siervo del Señor en el miste- rio de la Trinidad, € inflamado su es- píritu en vehementes deseos de com prehenderlo, pedía con instancia á su Ma stad que se lo diese a conocer de modo que satisfaciese sus anhelos de entender como era uno en esencia y trino en Personas. » No es para mi plu- ma saber copiar como habló Fr. Die CO, Y COmo pinto la e pecie de dispu ta 6 controversia entre Dios y su Sier vo, ni lo que este con su ( mdor, $0 bre las imposibilidades que el Señor ponía á contentarlo miéntras su alma un) la él su cuerpo, alegaba ó pero sí fué bastante para que mfnrió semos todos cuantos Olmos aquellos SIMIIes, aquellas exposiciones que o mo puesta n los labios de Dios mi “aban á declarar el Misterio al Bea- AAA A

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