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e MISIONES DÉ CUENCA Y ZARAGOZA 139 continuar esta tarea aunque con algun trabajo, porque el estómago 4 É perdido y las fuerzas algo es este acaccimiento y en mi malecillos me dió su Majestad y me da una serenidad notable y un gusto parti ular que no me deja ni aun desear la salud sino sólo que en esto y er lo benditas sean sus misericordias. Cuando me dió el accidente en el púlpito, se conmovió quiera enviarme no mi falte : todo el concurso con un gran llanto, y despues siguen dando pruebas que es bien recibida la Mision 411. « La conmoción €s consi- derable, y mediante Dios nos prome temos fuucho fruto, de él diré á V, 1 estilo de la predica abundan miis adelante cion es eficaz y persuasivo, te, fuerte y fácil, pero con amabilidad y dulzura, los actos de contricion tier NOS, vehementes y Majestad lo hace todo á V. para que, nada ignore de mí. El interior no está muy de remate pero si muy lonto y sin dejar de dormirme penetrantes : su y yo se lo aviso en la oracion. Con el motivo de lo ocue rido en el primer sermon no he vuelto á usar el cilicio de la cintura y sólo uno de los muslos que excusaré cuan do me parezca 0 conozca que estor ha. Ya digo que no ayuno ni sigo las abstinencias, por lo que inferirá V, que nada hago sino, re 'walarme. Si mis males sigue » estoy en ánimo de vol verme por Valencia, Murcia, ete. sin hacer muchas Misiones en Cataluña. El P. Fr. Miguel mi compañero sigui en cama con tan fuerte erisipela en la pierna derecha que se le ha abierto por tres partes y aun no se mejora, dicen es éuracion muy larga.. No se olvide de este miserable que nada va le y desea hacer mucho. Ahora me dan fuertes deseos de pedir a Dios me conceda el morir en el púlpito con muerte violenta 0 natural para lograr el morir empleado actualmente en su servicio. » 112. En otra carta 1) da el deato otras noticias de esta cólebre Mision de Zaragoza. Dice así; « Dios ha sido servido que el accidente ocur- rido en el primer sermon de que avisé á V. prontamente que á beneficio de no ayunar y de no haya repetido y (1) Carta de Zaragoza, 16 Diciembre 178 comer carnes algunos dias me halle vigorizado un poco y sesuido el teson di predicar todos los dias por maña na y tarde con bastante esfuerzo y robustez; ya hace dos semanas que observo la abstinencia ayunando algu e me permite el Sr. ajo 0 molestia al nos pi COS dias, ql Arzobispo, sin tri guna, bien que la cabeza la advierto continuamente desvanecida y que no faltan algunas otras cosillas de no mucha consideracion, pero á Dios gra cias me des mtiendo de ellas y no me estorban para las fuenas del santo mi- nisterio. Los frutos de esta parecen muv considerables: en todos, desde el mayor hasta el meno: abios y no sabios, eclesiásticos y seculares, se no ta una como admiracion -ó alegre sus pension al modo del que mira una cosa maravillosa y rara que los tiene dul cemente embelesados y como fuera de sí, los efecto de ello me useguran son buenos y á su consecuencia muy co Pp 10808 Il dia 4 de este concluí ocho dias de ejercicios á los eclesiásticos, prediqué por mañana y con toda la cla doctrinas del en los que tarde: en ellos hablé ridad posible sobre las siglo, y habiendo visto unos cuadernos de ciertas conclusiones que defendió aquí en castellano un Sr. Abogado en la sociedad patriótica, en que se con tienen verdaderas proposiciones muy fatales, las saqué al público, me quejé en nombre de Dios á su Ministro y las delaté públicamente al santo Tribunal, cuyos tres estaban presentes en lugar separado y manifiesto 11. ( De a pul resultó que nd s0lo el clero sino toda la cindad se puso a mi favor! los Sres, Canónigos dijeron qu í fuese necesario darían su sangre en defensa de mi doctrina. Todos aa PP. Curas de la ciudad que m muchos han firmado una delacioón que prontamente a la mia se hizo por es rito: un Catedrático de esta Uni versidad ha eserito econ mucho acierto y erudición otra delacion separada: su lima lloraba de júbilo ; los Sres, Inquisidores se alegraron infinito y por su Secretario me avisaron sigilosamen te que siguiese en hablar claro sin miedo alguno, y por último, P. mio, ha sido tal E conmoción que me parece veo en cada eclesiástico un San Pedro con la espada en mano para detener á,
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