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2 CAPÍTULO 1. ' trono Español la familia de-los Bor bones y regia los s lomini Ss 1 nuestra nacion, ya algo menguados, y siendo Obispo de aquella diócesis Fr Tomas de Valle del esclarecido Orden de Predicadores; en la calle nombra da de la Bendicion de Dios, Sábado 30 de Marzo del año de 1743, vió la Beato y fué bau Nagra luz primera nuestro tizado el 3 de Abril en el rio de la Santa Iglesia Catedral. con los nombres de José, Francisco, Juan, María. bre las retóricas del mundo, sí nunca pensó en predicarse á xí mismo? Para juzgar de los portentosos frutos lla elocuencia, que fueron tales como no los vió punea el ¿gora de Atenas, ni el foro de Roma, ni el Parlamento ingles, basta acudir á la memoria y á la tradicion de |: incianos, Ellos nos diran que á la voz de Fr. Diego de Cádiz (á quien a- tribuyen hasta el don de lenguas) se henchían los confesonarios, soltaba levolvía el bandido su presa, rompía el adíúltero los lazos de la carne, abominaba el blasfemo su prevaricación antigua, j- y “Tlez mil oyentes romplan á un tiempo en lág A le oyó y quedó asom- mas y sollozos, Quints brado, y todavía en su vejez gustaba de recordar aquel asombro, segun cuentan los que le conocie ron. Y otro literato del mismo tiempo, académico ya difunto, hijo de Cádiz como Fr. Diego. pero nada sospechoso de parcialidad porque fué volte- riano empedernido, traducior en sus mocedades del Ensayo del baron de Holbach sobre las pre- ocupaciones, y hombre que en su edad madura no juraba ni por Ruma ni por Ginebra, D, Jo- sé Joaquin de Mora, en fin, ensalzaba en estos términos la elocuenc'a del nuevo apóstol de An- dalucia: Yo vi aquel fervoroso capuchino, Pimbre de Cádiz, que con voz sonora, Al blasfemo, al ladron, al asesino Fulminaba sentencia aterradora, Vi en sus miradas resplandor divino Con que angustiaba el alma pecadora, Y diez mil compungidos penitentes Estallaron en lágrimas ardientes. Le ví clamar perdon al trono augusto, Gritando humilde: « No lo merecemos », Y temblaban cual leve flor de arbusto Ladrones, asesinos y blasfemos Y no reinaban más que horror y susto De la anchurosa plaza en los extremos, Y en la escena que fué de impuro gozo Sólo se oía un trémulo sollozo, Orador más popula., en todos los sentidos de la palabra, nunca le hubo, y aun puede decirse que Fr, Diego de Cádiz era en todo un “hombre del pueblo, así en sus sermones cómo en sus versos, digno de haber nacido en el siglo XUIl y de haber andado entre los primeros hermanos de S, Francisco. » 3. — Fueron sus padres D, Lopez Caamaño Texeiro Ullos celar, natural de 1 Cudad Reino de G 1a, descendier intigua é 1lustre sa de su ap ido, que enlazada con 1as de los Otros, tan conocidos en E spana, - torma una de las más distinguidas de aquella Pro- vincia que en todos tiempos ha dado á la Nacion Pan mér: to (1); y su madre, D. María Garcia Perez de Rendon de Burgos, natural de la Villa de de Ronda, per hombres de g Í brique, en la Serranía ) oriunda de una fami- lia antigua, y distinguida de la Ciu- dad de Jerez de la | rontera, de que su buen hijo hizo memoria con mucho aprecio de ello en la oración geratula- limo. lo condect ró aso- toria, en que dió eracias á su Ayuntamiento euando ciándole á su número, como en su lu- gar se dirá. Estos fueron los inmedia- tos principios de nuestro ] Diego, que si de mediana fortuna. en cuanto á caudales, á pocos tendrían que en- vidiar en hidalguía (2), y ménos en 1) Este caballero pasó ántes de tomar « tado con otro hermano suyo á la Ciudad de Cádiz donde tuvo algunos empleos muy decentes en el ramo de la real Hacienda. Fué Alcayde de la Puerta que lla- man de Sevilla, y Teniente Comandante de aqii la Baia; de cuatro villas de la Serranía de Re nda, pertene- donde pasó de administrador de las cientes á la Casa de los Exmos Señores Duques de Arcos, 2) El apellido Caamaño es muy frecuente en nuestras historias antiguas, y varios de nuestros Nobiliarios hablan de él difusamente pero ci ñéndonos á nuestros dias debe saberse ( porque pulchra est casta generatio cum claritate) que el tronco de la familia de los Caamaños, ó la varo- nía de su Casa está en la de los Exmos. Sri Ss, Condes de Villa-Garcia, Grandes de España, Los apellidos de su Madre son igualmente cono: cidos en los anales de Galicia de donde traen orígen los de Garci-Perez, Sarmiento y otros, y entre los papeles de varios "archivos de Jerez, entre cuyos Ganaderos se hallan ascendientes de esta Señora, que tuvo enlace conocido con la Exma. Casa de Benavente, D. Jacobo Caamaño Consejero de rdenes : El llmo, Sr, D. Vicente Caamaño. Br lier de los Reales Ejércitos de S. M. C. Gran Cruz del órden de S.Juan de Malta: D. José Caamaño. Mi- nistro Plenipotenciario en el canton de Lucerna D, Fr. Rafael Caamaño y Pardo, Comendador de Yébenes en el órden de S. Juan: El Hustrisimo Señor Don Andres Aguiar y Caamaño, 01 ispo y Sr. de Mondoñedo: D. Francisco Javier Valdivieso y Caamaño, Canónigo Lectoral de decretos de la

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