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MISIONES DE MADRID Y ALCALÁ 109 dió nuevos alientos. Y el santo discí- lo no tardó en escribirle con su ha Bitual sumision y filial abandono, en la forma siguiente (1): « He recibido las dos muy apreciables de V. con los efectos de dilatacion, resignación en la divina voluntad y segura esperanza de ver sus misericordias con este pue- blo en la presente ocasion como V. me lo previene. Conozco la especial asistencia con que Dios me ha favo- recido así para no perder esta con- fianza como para conservarme en una grande indiferencia y resignacion con que me hacía no apetecer otra cosa que cumplir su santísima voluntad, aunque esta fuese de que me volviese á la Audalucia sin conseguir fruto al- guno. Este no dejaba de apetecerlo y al ver se pasaba el tiempo sin que se resentase alguno, temía que por mis Muadas ingratitudes (que V. bien sabe) negase Dios tanto bien á este pueblo. Así he seguido predicando con pequeños intervalos en la interior de- solacion con que dí principio aunque con alguna mayor serenidad y efica cia, especialmente en la tercera última semana en que se dejó ver el Señor por sus efectos en el modo con que concurrían las gentes á Oir su divina palabra. 328. — « Esta última semana fué en el Convento de PP. Carmelitas des- calzos: subí al púlpito la primera tar de de ella bien amargo, porque no a- certaba á proponer el asunto que ha- bía pensado, pero apénas levanté los ojos al Altar mayor y: ví la Imágen de Nuestra Señora del Cármen que estaba descubierta, me acordé de lo que V. me dice sobre esto, y de lo que me sucedió por el camino; le enco- mendé de nuevo la Mision, le pedí su asistencia etc. y me pareció haber ad- mitido la súplica, segun la grande confianza que me infundió y el alien- lo con que empecé, seguí y acabé a quel sermon; en los demas conocí tambien el favor de la Síña. Señora, porque yendo á muchos de ellos lleno de confusiones, hablaba con oportuni- dad y no pequeño esfuerzo: los asnn- los he procurado sean para gente de Corte: he hablado mucho contra la incredulidad y he predicado varios ser- (1) Carta de Madrid, 18 Abril 1783 mones directamente á este solo inten- to: los que no obstante de - haberlos producido con bastante ardor pero sin descender á puntos particulares, han sido muy bien recibidos. Los concursos han sido segun permiten las Iglesias, pero se han compuesto, de la Grandeza, Clero, gran número de Religiosos, Con sejeros, Inquisidores, militares, títulos y demas gente lúcida de la Corte. 329. — « Acabóse la Mision al pú- blico y me destinó su Excia. el Señor Arzobispo á las Religiosas y á las cárceles para hacerles pláticas reser vadas, como lo estoy practicando, He vivido con el desconsuelo de no ver fruto alguno de aquel que buscamos, pero sin turbarme por ello, hasta que la tarde del dia 15 volviendo de pre- dicar en una cárcel, encontré en la puerta del Convento una Sra. Exma, medio disfrazada que pretendía ha blarme; esta me aseguró que toda la Grandeza estaba sumamente movida de la predicación, deseosas de confe sar 6 lo ménos de hablarme para dis poner el arreglo de su vida: que las que más lo deseaban eran las que hasta ahora han sido el escándalo de la Corte y aun del Reino, que este fruto se perdía por no darles yo au diencia, pues clamaban con lágrimas de su corazon por su remedio, á la infinita fuerza que les había hecho la palabra del Señor: que el último dia que fué el 7 del corriente por la ma- ñana en que hicimos el aniversario por los fieles difuntos y prediqué un sermon tierno y devoto, había sido tanta la conmocion que llorando to das las señoras se decian: ¿Por qué no hemos de hablar con este Padre que nos ha enotado Dios para nues tro remedio? Si queremos arreglar- nos ú lo que nos dice y nos hace in finita fuerza, ¿por qué nos ha de qui tar este bien? ¿para qué lo han trat- do? ete. ete. 330. — « Al fin, amadísimo P., de mi alma, yo entiendo por el informe de esta Sra. que todo el Señorío es nuestro, entrando los hombres aun a- quellos más disolutos € infestados con los errores del siglo: he ereido esto porque supe despues que la lla, Sra. que vino á hablarme para soli- citarme su remedio ha sido hasta aho» ra escandalosísima en la Corte y su ma- rn a rre oc o mn
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