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MISIONES DE LA CAROLINA, TOLEDO, OCANÑA Y ARANJUEZ me, añadió al Caballero que trajo el aviso esta rara expresion: Diga V. al P. que soy Ruso, que no soy tonto, que soy oteloso y que tengo alma. Es extremo lo que este sugeto ha. dicho ¡ ha hecho conmigo etc. Dios sea Bendito por todo. De Madrid han ve- nido algunos Sres. de la Grandeza, y de intento han bajado dos PP. de la Congregacion del Salvador, Clérigos doctísimos y que siguen el Ministerio, á los que he debido mucha caridad quedando hermanados para siempre : han sido mis mayores elogiadores, de modo que han hecho más con sus informes que yo con mi trabajo; Dios se lo pague. Al fin, P. de mi alma, no es posible reducir á la pluma la con- mocion que hay en la Corte: en Ma- drid y en todas las Castillas etc. se oye el Unde hute sapientia haec? el Nemo potest haee signa facere nísi Deus cum eo. Todo está conmovido : la familia Real, Príncipes, Infantes, ete. todo, todo, todo, los Ministros, el P. Confesor, todos, P. mio, claman por oir á su hijo de V., por verle, tratar- le etc. Yo me confundo al ver tanto, mas en medio de ello advierto en mí una notable tranquilidad interior que no sé si me lleva á una total indife- rencia para seguir la voluntad de Dios, Ó si es la insensibilidad que con mis ingratitudes tengo merecida. El Se- ñor. me mire con misericordia. » — Luego habla el Beato de su Mision de Aranjuez añadiendo: 303. -- «De resultas de los deseos de mi Señora la Infanta y demas oyen- les de Palacio, se ha empeñado el Se ñor Duque de Medinaceli en llevarnos á Aranjuez, donde se halla la Corte, á predicar una Novena-Mision á San Antonio de Padua, para lo que ha tra- tado con el Rey nuestro Señor. El primer Ministro, P. Confesor, Señor Arzobispo, etc. y todos convenidos en que vaya. El Rey nuestro señor: que st sus hijos querían ir á ver al Ca- puchino, que fuesen; esto nos dicen que es no vista. Se han hecho de nuestra parte las posibles resisten- Clas, pero sin fruto; por lo que mañana, Siendo Dios servido, nos pasamos al Sitio pura pasado dar principio á la predicación. Voy resuelto € inclinado á predicar aun con mayor dulzura que aquí, reduciéndome á proponer las vir- cosa 101 tudes del Santo para persuadir despues sencillamente á su imitacion: pienso para ello predicar las bienaventuranzas que son el compendio de las obliga- ciones cristianas. V., P. mio, bendiga mis intentos para que sean prospera- dos de la bondad del Señor, Esto hace Dios, pero ¿yo qué hago? ofenderle sin término. Las pasiones, especialmente la concupiscible está de bando ma- yor, pues me inclina á la impureza algunos dias, de modo qe me oprime indeciblemente. Me veo poseido de un amor tierno á algunas gentes expecial- mente señoras cuya vida es poco ar- reglada, deseándoles eficazmente su reduccion : pero luego se presenta la pa- sion; así vivo afligido clamando con San Pablo me quite el Señor este en- cargo, mas no merezco ser oido: cúm- plase la voluntad de Dios en todo. » 304. — Al leer tan edificantes no- ticias y tan piadosos sentimientos, el devoto y sabio Director del Beato le escribió dándole nuevos consejos y mayores alientos, que le llenaron de consuelo. Pero oigamos al santo Mi- sionero (1): « Con indecible consuelo de mi espíritu recibo la muy aprecia- ble de V, de 11 del corriente; cuyos efectos fueron hacerme ver con celari- ridad 6 confirmarme en lo que ya pen- saba anteriormente de que la rara admirable disposicion en que me hallo desde que me acerqué á la Corte, pero mucho más desde que llegué á este real sitio era dimanada de los pre- ceptos y bendiciones que mi P. de mi alma me daba desde allá, Oh P. de mi alma ¡ cuánto le debe á Dios esta in gratísima criatura! el deseo de su eo- razon de V, es un precepto para mí, que sin entenderlo yo, se me da su cumplimiento. Cada dia es mayor, en esto me asombro, porque lo es repe- tida la experiencia. Dudo alguna! 6% de esta verdad, ó llevado de mis tez mores ó cobarde en separarme de lo que mis pasiones me piden y siempre, siempre, siempre experimento lo ya dicho: ao prandeldas sean las miseri cordias de Dios con esta su miserable criatura: bendito sea mil veces que me ha dado á V. por P. de mi alma que el corazon salta Ó no sé que con esto le sucede, » lo (1) Carta de Aranjuez, 18 Mayo 1782.
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