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87 nía decretado para abolir el decreto de muerte , y entónces aparecia una señora más hermosa que Ester, pero elegida, así como ésta lo fué de entre todas las de las ciento veinte provincias que componían el reino de Asuero, de la masa general de toda la humanidad, para en- trar en el regio alcázar del Rey de los siglos , y abogar por todos los hombres. Un ángel del cielo está encargado por Dios para decir á esta ex- celsa Señora, en un sentido más sublime y con un objeto infinita- mente. más noble, lo que Asuero dijo 4 Ester, cuando daba el pri- mer paso. para salvar del exterminio al pueblo hebreo, condenado por la malicia de Aman. Tembló esta Virgen al oir lós anuncios de su elevacion; pero muy pronto. oyó un razonamiento, por el cual se la hizo saber que no temiese; porque había hallado gracia delante de Dios , y concebiría en sus castísimas entrañas al mismo Hijo del Altísimo (1). Una palabra de esta Virgen se esperaba nada más, y es- taban esperando las tres divinas Personas , para decirla una frase más llena de ternura y de amor que la que Asuero dirigió 4 Ester. El Padre iba á decirla: Tú eres mi hija; el Hijo: (ú eres mi madre, y el Espíritu Santo: /ú eres mi esposa. El Rey de los siglos se había le- vantado ya de su trono, para abrazarla y decirla que no temiese, porque él era su hermano, y haría , por que ella conservase su virgi- nal pureza, prodigios mas estupendos que los de la creaciondel mundo. Cómo estaba el linaje humano en ese momento, nos lo describe San Lorenzo Justiniano con estas palabras ; «Con un corazon lleno de pavor, con los brazos extendidos hacia el cielo, estaban los hombres esperando la respuesta de la Virgen al nuncio celestial; era, larga la expectacion en que vivían de la libertad Je la muerte, y rogaban al cielo que la. mucha humildad de la Virgen no fuese causa para que no diera su respuesta afirmativa: y no bien oyeron su contestacion al ángel, todos juntos prorumpieron en alabanzas al cielo, diciendo con alegría: Bendito sea el Señor Dios de Israel, porque visitó 6. hizo la redención de su pueblo (2).» Mas explicito y mas sublime , si cabe, explica San Bernardo esta situacion del mundo todo, en aquel momento memorable que ligaba los destinos de la humanidad á la palabra de una mujer. «El ángel, dice, está esperando la respuesta , y nosotros tambien la aguarda- mos, oh Señora , de compasion y gracia: hemos sido hechos por lá pa- labra sempiterna de Dios, y hé aquí que estamos muriéndonos ; en tu breve razonamiento vamos á ser fortalecidos y vivificados. Esto te pide Adan,gemebundo y lloroso con su consorte, desterrados del paraiso; esto te-suplican Abraham, y David, y los demas santos padres, tus pa- (1) Luc., cap. 1, y. 30. (2) Sermon de Annunt;,
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