BCCPAM000542-2-34000000000000

72 vencerse de que el linaje humano debe á la Madre de Dios una infini- dad de favores, que no son conocidos , pues sólo se han publicado los que, Ó por su magnitud ó por ciertas circunstancias especiales, han llamado la atencion universal; y podemos decir que éstos están en proporcion con los demás como el número uno al mil. Cuáles sean estas razones lo comprende con perfeccion el verda- dero creyente; desde que María fue Madre del Redentor en el órden de la naturaleza, lo fué de todos los redimidos en el de la gracia. Pero hay una diferencia infinita entre estos dos hijos; el redentor es Dios , que odía infinitamente el pecado, y no puede menos de castigar al que lo comete; el redimido es hombre deleznable y miserable, que se deja llevar de los encantos de los sentidos , se arroja en la senda del crímen , y hace que se encienda contra él la ira del cielo. Entre tan- to ¿ qué ha de hacer la Madre del Redentor y del redimido? Lo dice bien claro San Bernardo hablando con la Vírgen. Tú eres, dice, Ma- dre del rey y Madre del desterrado; Madre del reo y Madre del juez; Madre de Dios y Madre del hombre : siendo, pues, Madre de los dos, no puedes permitir que haya discordias entre tus hijos (1). Estas son las consecuencias necesarias de la maternidad divina: desde que el Hijo de María padeció en un madero por salvar al hombre, su Madre no tiene más oficio que el de abogada, moviéndola á ello el amor de la gloria de su Hijo natural, y el bien de sus hijos segun la gracia y la adopcion. Abigail lo hizo una vez con el rey David, tipo de Cristo, y loaplacó; María lo está haciendo siempre, y Dios nos mira con misericordia; pero Abigail fue la sombra, María es la luz: aquélla, el símbolo fugaz; ésta, la realidad permanente, que excede á la figura tanto como el cielo á la tierra, porque Abigail aplacó á un hombre y María aplaca á Dios (2). Réstanos hablar de la sunamitis Abisag, que fue la virgen des- tinada á sostener la vida de David en los dias de su fria ancianidad, pues es el tipo de la incorruptible virginidad de María. Lo que de ella nos refieren los libros sagrados, es una delineacion de lo que Dios determinó en sus decretos sobre la noble doncella que él escogía para dar calor y vida natural á su Hijo, siendo Virgen ántes de acercarse mana. La historia eclesiástica nos dice cómo se han resuelto esos pro- blemas. María fué invocada por la Iglesia; está dicho todo. ¿Cuántas cosas registrará la historia sobre el venerable Pio IX, sostenido por mi- lagro hace ya veinte años en el trono fundado por el Pescador? Bien po- demos decirlo: Pio IX es el Pontifice de María. Lo que hoy decimos ais- ladamente, será dicho algun dia por todoglos católicos. 1) Div. Beraard. in deprecat. ad Virg. (9) En la tercera parte, libro trigésimo, $. 1, IL, tratarémos este asunto con mayor difusion.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz