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. 70 y la llamó bendita entre todas las mujeres; y era tanta su castidad, que le dijo en pocas palabras que nunca consentiría en ser madre , si no se le manifestaba ántes el cómo de su maternidad , pues no cono- ela varon ni debía conocerlo: porque había: ofrecido á Dios su virgini- dad, y si no la conservaba, no quería ser madre, ni 4un del Rey cuyo trono duraría , como estaba anunciado (1), tanto como los dias del cielo. Oígase tambien lo que esta misma Virgen contesta á las ben- diciones y alabanzas que se le prodigan, pues con sus propios labios dice, que por haber Dios mirado su bajeza, y haber hecho en-ella cosas grandes el Todopoderoso , cuyo nombre es santo, la habían de llamar bienaventurada para siempre todas las generaciones (2). Con- témplese por fin á esta Reina de las heroinas en aquella actitud asom- brosa de constancia y de valor junto á la cruz, expuesta con «su Hijo á los ludibrios, á los escarnios y á la muerte por amor de toda.la hu- manidad , y se verá que Judit era una ligera figura desu augusta per- sona, porque ella. era la que amó la pureza en su grado más sublime, y por eso mereció ser Madre de Dios; ella la que se expuso á todos los trabajos por amor desu pueblo; ella la verdadera gloria de la nueva Jerusalen, la alegría cumplida del pueblo santo que su Hijo adquiría, y la honra de toda la humanidad; «ella por fin era la Reina de los mártires, la madre de los héroes, de quien podía decirse me- jor que de Judit: Por amor de los hombres no perdonaste á lu vida, al ver las angustias y aflicciones de lu pueblo, ántes acudiste á su ruina delante de Dios (5). ¿. VI. Abigail y Abisag. Adviértese no sin asombro, que Dios fué presentando en todas las edades los tipos de lo que había de ser su Madre, escogiendo de en- tre las nobles mujeres de su pueblo las que más relevantes se mostra- ban por sus virtudes. Al través de tan variados eventos como media- ron en los siete siglos que separaron á Débora de Judit, fueron varias las matronas ilustres que habitaron en los dorados alcázares de la Ju- dea, siendo dignas de llamar la atencion dos , 4 quienes cupo la suer- te de labrar de diferentes maneras la felicidad del rey David , una en el principio de su reinado y otra al fin. Llamábase la primera Abigail y la segunda Abisag ; y las dos son tambien el. tipo de la excelsa criatura, con quien el Hijo de Dios había de compartir su trono, sien- do él, como dice con gran propiedad Santo Tomás, el Rey de justi- $ (4) Psalm. 88,v.30. (2) Luc.,c.41,v. 48. (3) Judit, c. 13, v. 23.
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