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60 recta á su primera madre, simboliza la generacion á la gracia, por la cual todos los justos reconocen por su madre á la noble y excelsa Se- ñora que, en sentir de San Bernardo, tenía como en espectativa al cielo y á la tierra, cuando el ángel del Señor la pedía de parte de éste el consentimiento, para dar vida humana al Hijo del Eterno, y empe- zar con su asentimiento la gran obra de la salvacion del mundo (1). (1) Es digno de notarse, que este tipo es adversativo y de contrarie- dad en los efectos: porque la Virgen humilde, prudente y obediente, había de sustituir á la que fué orgullosa, altiva y temeraria; y la pri- mera madre, que no pariría sino hijos condenados á morir, sería reem- plazada por una, que daría á luz un Hijo que destruiría la muerte, y daría á todos los hombres la vida de la gracia, los salvaría del infierno y los llevaría á la gloria. Lágrimas y tristeza son el patrimonio de aqué- lla; gozo, justicia y santidad es el que tendrá ésta. Los padres han ha- blado bellísimamente sobre este asunto , siguiendo despues sus huellas los expositores de la santa Escritura. Véase lo que dice Teodoro de An- cira: «En lugar de la vírgen Eva, que fué ministra de la muerte, es elegida la Virgen María, gratísima á Dios, y llena de su gracia para ob- sequio de la vida ; Virgen comprendida en el sexo femenino y sin tener la malicia de la mujer: Virgen inocente , incorrupta, sio máncilla, sin culpa, y santa en el alma y en el cuerpo, como el lirio que crece entre espinas, no enseñada en los males de Eva. (Orat. in S. Dei Genitrie. 44.) Mas explicito pone el contraste San Agustin, pues diee así : «Por la mu- jer la muerte, por la mujer la vida; por Eva la muerte, por María la sa- lud. Aquélla, corrompida , siguió al seductor; ésta, íntegra, parió al Salvador. (De symbol. ad cathechism. lib. 3, cap. 4.) Se halló la muerte por la mujer, y la vida por la Virgen: luego el mal vino por una mujer, mejor dicho, tambien vino el bien por una mujer; porque si caimos por Eya , ahora estamos más de pié por María; por Eva fuimos hechos esclavos, por María somos libres ; Eva nos quitó la vida de un dia ; Ma- ría nos dió el vivir por una eternidad; Eva nos hizo condenar por la co- mida de un árbol, Maria nos absolvió por el misterio de otro árbol, en el cual pendió su Hijo como fruto de él. (Sermon 31, núm. 3.) Innu- merables son los textos de los demas Santos y expositores, y para dar una idea de su doctrina en esta materia, referirémos aquí las sentencias del abad Ruperto de Tuy. Representa este sabio al Espíritu Santo ha- blando conla Virgen, y diciéndola : Levántate, date prisa, amiga mia. paloma mia, hermosa mia. (Cant. cap.2,v, 10.) Y añade en seguida: Tú no te pareces á Eva en nada. Eva como una víbora, como una ene- miga , como una fea 6 ignominiosa, enemiga por la¿soberbia , pues se lenó de hinchazon, víbora por la malicia que aceptó de la serpiente, pues tentada por fuera, consintió en su interior; igoominiosa por los es- límulos de la concupiscencia, que sintió en sí misma. Pero tú no eres así; tú eres mi amiga por la humildad, mi paloma por la caridad, mi hermosa por la castidad. Tú no te ensoberbeciste contra Dios , ántes bien con ánimo humilde te sometiste á la voluntad del Altísimo, y hé aquí que eres mi amiga. Tú no prestaste oidoá la serpiente, ántes puse yo enemistad entre tí y ella, y hé ahí que eres mi paloma. Tú no conociste la desnudez de la concupiscencia, ántes por el contrario, el Espíritu Santo hizo sombra sobre tí, y hé aquí que eres hermosa. Ven, pues, María, ven; pues Eva huyó á los escondrijos. Ven , cree al ángel que te

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