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636 lo. ¡Qué heroismo! ¡Qué combate! ¡Qué virtud! Empéñase el ángel en que ha de ser Madre, y ella le contesta que es virgen, y que lo há de ser siempre: dícele aquél que su Hijo ha de ser grande y se ha de llamar Hijo del Altísimo, y ha de ser un gran rey : y ella le responde que ni áun esa gran perspectiva le hará faltar 4 su propósito de ser siempre virgen. Y esta niña tan heroica, tan firme y tan constante, que no quiere ser madre del Rey del mundo, si no se conserva virgen ¿había de faltar despues del parto virginal al propósito de su virgini- dad ? ¿La Esposa del Espíritu Santo no había de saber, que la fideli- dad no es la virtud de un dia , sino de toda la vida? ¡Ah! Esa es la madre que dan á Dios los herejes. ¿Qué extraño es, que á fuerza de tantas herejías se haya hecho del santo matrimonio un contrato civil, rescindible 4 voluntad de los contratantes? ¿Qué hay que admirarse de ño encontrar entre los herejes ni virgenes, ni penitentes? Una vez desterrada la virtud de la mujer bendita entre todas las mujeres, se ha abierto el negro panteon, donde se ha dado sepultura á la continencia, á la castidad, ¿la virginidad, á la sobriedad, á la austeridad, á la penitencia y á las demás virtudes religiosas; la herejía es el cemente- rio de dos fosas : en una se entierra al autor y dador de todo bien: en la otra se sepulta á toda virtud verdaderamente cristiana. ¡Qué diferencia tan inmensa hay de este modo de pensar y de obrar al del hombre creyente, al del católico! Este no tiene por qué angustiarse en Investigar:-no.sabe lo que es la duda y la zozobra : oye á la Iglesia con alegría, cree á sus palabras con firmeza, Y descansa en su seno maternal con aquella paz y confianza , Con que una hija inocente y amorosa reclina su cabeza en el regazo de su amante madre. El católico cree y sabe infaliblemente que la Virgen es el sér más grande despues de Dios, que es más pura que los Sera- fines, que está reinando con su Hijo Dios en el cielo, y que puede invocarla con confianza , estando seguro de que ella oye sus oraciones y puede salvarlo de los peligros, y de este modo vive siempre entre las alegrías propias de quien sabe que nada le ha de salir mal, por— que una madre poderosa mira por su bienestar. Por eso la Iglesia católica , siempre infalible en su enseñanza, Co- mo que está regida é inspirada en todo tiempo por el Espíritu Santo, no cesa de exhortar á sus hijos, que huyan de esos maestros pesti- lentes, que andan por todas partes haciendo prosólitos-para el infier— no, y que acudan hoy dia con más asiduidad que nunca á la poderosa intercesion de la Virgen, porque precisamente en estos tiempos se han descubierto con toda su fuerza infernal las baterías de Satanás y sus apóstoles contra la ciudad de los escogidos, contra la Iglesia, pa- ra quitarla su poder y autoridad, y contra los fieles para arrancar de sus corazones la fe, sustituyéndola con los falsos dogmas de la here- jía. La Iglesia sabe infaliblemente que de la devocion verdadera á la
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