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58 consejos sabios y acertados á los monarcas y á los guerreros , y algu- na vez á los mismos sacerdotes ; ellas condujeron los ejércitos al lu- gar del combate y alcanzaron victorias ; ellas entraron en las empre- sas más arriesgadas para salvar las instituciones fundamentales de su nacion, ellas no dudaron exponerse á perder la vida por salvar á su nacion , y con intrepidez heroica ó prudente reserva se las vió ade- lantarse á arrostrar la arrogancia temeraria de un general altivo, ó las iras de un monarca severo , ó la feroz saña de un tirano. Todo esto lo vieron bien palpable los hebreos en Débora, en Abigail, en Betsa- bé, en Judit, en Ester , y en la inmortal madre de los Macabeos. Es al propio tiempo muy digno de tenerse presente , que todas esas celebridades entre las hijas del pueblo hebreo, llegaban á serlo y á tomar ascendiente sobre los reyes y sobre las masas, porque sobresa- lían entre las demas por las virtudes propias de su estado y condicion, poseyendo además alguna en grado especial. No hay para qué exami- nar el orígen de estas virtudes, pues todas procedían de la fe; y co- mo ésta faltaba en otros pueblos, era consiguiente que se viese casi es- terilizado el corazon de la mujer, y áun aminoradas en ella las perfec- ciones naturales queeDios ha dado á su corazon , de amor, de compa- sion., de generosidad. Pero es preciso confesar que Dios, que dirigia los grandes acontecimientos del pueblo escogido , no lo enriquecía con estas mujeres gloriosas sin un fin muy especial de su providencia ; así como lo tenía siempre que le enviaba algun hombre extraordinario por sus hazañas, sus talentos y virtudes. Eran estos unos lineamentos, que presentaban un bosquejo del gran personaje que algun dia había de aparecer, teniendo él solo en grado infinito todas las virtudes que se vieron en los tipos animados que le precedieron , y consumando en un órden de cosas nuevo y celestial, las hazañas y empresas que ellos llevaron á cabo en el órden mundano, político y religioso. Y no hay que dudarlo : esas matronas, que fueron por muchos siglos el orna- mento de la noble descendencia de Abraham y la gloria de su nacion, prefiguraban tambien á la más ínclita de todas, que en dias venideros había de ser llamada bendita entre todas las mujeres, y habia de enno- blecer, no sólo á toda su ascendencia sino á todo el linaje humano. Y por cierto, fueron muchas y muy célebres las nobles matronas, que en el seno del pueblo de las promesas fueron formando lineamen- tos de la gran Señora , que en tiempos venideros habia de aparecer. En estas mujeres célebres no hay que buscar una semejanza perfecta y completa con la Madre del Mesías, pues no serían entónces un tipo simbolizador de cosas más perfectas; sinó un retrato. Tampoco hay que buscar en ellas el conjunto de bellezas morales de ésta, siquiera leve y ligeramente bosquejadas; pero no hay una que no poseyese al- guna virtod, cualidad , prerogativa ó excelencia en grado perfecto, en lo cual precisamente prefiguraba á la que tendría esa misma virtud 6

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