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632 debajo de él santa libertad , porque su Hijo nos ha dado la libertad de los hijos de Dios, librándonos de la tiranía del demonio y de la esclavitud del pecado : libertad para obrar bien, haciendo méritos para la vida eterna, prevenidos por la gracia de su Hijo-y acompaña- dos de ella, para que el juez justo nos dé la corona que hemos mere- cido : libertad, para eljevarnos á Dios por la contemplacion de su bon- dad infinita y por la de la santa vida, pasion y muerte de su Hijo: libertad, para poder-uno abrazar la vida más perfecta y el estado que más le agrade, y el oficio y arte que mejor le conveuga, con tal que no se falte eu ello á la ley de Dios: libertad para poder ilustrar al mundo con escritos útiles, cristianos y doctrinales, hallándose uno con capacidad para hacerlo : libertad para hacer cuanto bien se pue- da al amigo, al enemigo, al propio, al extraño, al conciudadano, al forastero, al compatricio , al extranjero, al hereje, al pagano, al ju= dío, al gentil, á todo el que sea hombre, pues es nuestro prójimo. ¡Oh libertad santa, la que concede é inspira al mundo el blanco es- tandarte donde se lee Maria! Pero esta santa libertad tiene “us límites, como lo tiene todo aquello que concierne á un sér, á quien el sepulero está esperando desde que da su primer paso en el horizonte de la vida, para decirle al fin, que en sus tinieblas se acaba su libertad, ora haya usado de ella para el bien, ora haya abusado para el mal. Con aquella santa libertad la Tetesia ha bendecido á cuantos han vivido en su seno, sin violentarlos, sin coartarlos , sin poner, ni siquiera una piedrecita, en el camino que hayan querido trillar. Ella ha bendecido al niño que nace, al anciano que muere, al rey que empuña el cetro, al soldado que maneja la espada, al navegante que surca los mares para ir á explorar la tierra, á la virgen que se consagra á Dios, al jóven que entra en el santuario, al togado que aboga por el pobre, al magis- trado que defiende la justicia , al esposo y á su consorte que se juran fidelidad, y á cuantos han emprendido obras grandes para bien del mundo. Pero al mismo tiempo, ella ha dicho al niño, que reverencie á sus padres y tema á Dios : al anciano, que sea para todos venera-= ble por su virtud : al rey, que gobierne con equidad y defienda Ja re- ligion y la nacion de sus enemigos ; al soldado, que sea fiel á sus juramentos, y no saque la espada sin razon, ni la manche con des- honor : al navegante, que no cometa tropelias en lejanas tierras : á la vírgen que una el amor puro al óleo de las buenas obras : al jóven levita, que vea si lo llama Dios al honor de la. estola sacerdotal y le sirva con pureza y fidelidad : al abogado, que no mire al dinero que relumbra en las palmas de la mano del rico : al juez, que no incline su balanza al lado, donde hay razones de oro, sino al que tiene el in- teres de la justicia : al esposo, que eonserve su lecho inmaculado y no abuse de su superioridad sobre la esposa, y á todos por fin que se

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