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611 entre este valle de lágrimas donde estamos, y el empíreo donde vive nuestra Madre; pero para la fe no hay distancias; porque el amor, que ésta inspira, las acorta del todo. Nosotros sabemos que la Virgen es nuestra Madre, que nos ama , que está siempre solicita por sus hi- Jos, y aunque esté en el cielo, es para nosotros como si la viéramos, y como si estuviera ella viviendo en medio de su pueblo. Sin esto no pudiéramos comprender el por qué de tantos teraplos como se han erigido en honor de Dios y de su santísima Madre: es un hecho constante, uniforme y universal, que no hay un templo ceatóli- co, que no tenga uno ó dos altares erigidos á la Vírgen, como si ella fuera el alma de la Iglesia, la que la sostiene , y la que la ale- gra. Y esto viene de los tiempos primeros del cristianismo, sin haber sufrido mas interrupciones que las causadas por los herejes parcial- mente. Y ¿qué son todos esos templos y altares dedicados á la Virgen? Recuerdos del amor, monumentos del cariño de sus hijos, testimo- nios de gratitud por favores recibidos del cielo por la intercesion de la Vírgen. Sin esto sería asimismo un misterio el saber por qué los herejes, enemigos de Cristo, lo sean tambien de su Madre, siendo quizás más encarnizado su odio contra la Madre que contra el Hijo. Pero se comprende esto fácilmente, cuando se sabe que el origen de todas las herejías viene del orgullo de Lucifer, el cual quisiera hacer es que el de- monio tiene más odio á la Virgen que á su Hijo : otro tanto hacen sus hijos y discípulos. por sus ministros lo que él no pudo conseguir; y sabido Otro hecho hay tan constante, uniforme y universal como el cita- do, el cual, si cabe, da una nobleza más relevante á los entendimien- tos, y es, que desde los tiempos primitivos el pueblo creyente ha te- nido siempre fijos sus pensamientos en la Virgen María. Parece que ha sucedido y sucede con los hijos de la Ielesia católica lo que acaece con cada uno de los hombres en el seño de la familia, en la cua A advierte un fenómeno, pero fenómeno natural y necesario, y es, que en cualquiera idioma que sea, lo primero que la lengua balbuciente de un niño pronuncia es la palabra, comun á todas, con que el niño lactante llama á su madre. Parece que la voz María resonó en la sia, por cuya reciprocidad puede decirse que Jesucristo está viviendo en los corazones de todos los hijos verdaderos de la Iglesia, asícomo cada uno de éstos vive en Jesucristo. ¿Cuál es, por decirlo así, el pensamiento íntimo de Jesucristo en el cielo? Proteger á su Iglesia y satvarla de los poderes del infierno: y ¿cuál es el pensamiento de toda la Igle 17No se- pararse jamás de su esposo , reconocerlo por su fun lador y defensor y amarlo. Pues bien, quítese respecto de la Virgen el influir en cl bien de la lelesia por su propia virtud, lo que es propio de Dios tan y dé- sele por gracia lo que su Hijo tiene por naturaleza, y tendrémos que lecir que la Virgen vive con sus hijos en la tierra.

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