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602 unidos con él y entre sí con el suave lazo de un amor interminable, viven para siempre en el reino de los cielos. Con estas coronas fué adornada la frente de la Virgen el dia de su glorioso triunfo en el cielo: coronaba el Padre su humildad, su man- sedumbre y su modestia : coronaba el Hijo su pureza, su castidad y su virginidad : coronaba el Espíritu Santo su fe, su fidelidad y su abnega- ción. El Padre la hacía Reina de todos los humildes, porque con su humildad había arrebatado su corazon para darle su propio Hijo: el Hijo la hacía Reina de todos los predestinados , porque los había santi- licado él con la sangre preciosa que ella le había dado. El Espírito Santo la hacía Reina de todos los creyentes, porque en sus purisimas entrañas se había consumado el gran misterio, en que tuvieron fija su vista los hombres que vivieron desde el principio del mundo, y la ten- drían los que viviesen hasta el fin. Desde ese momento nada hay que no quede sujeto á la Virgen: es Reina del cielo, de la tierra, y de los abismos , mandando en el cielo á los ángeles, gobernando en la tierra á los hombres, y sujetando en el averno á los espíritus malos. Es Reina de los Angeles , porque todos son criados y domésticos de su Hijo: es Reina de los Patriarcas , por- que á ella le debieron el ser queridos de Dios, y el vivir largos años para conservar la estirpe de que había de nacer: es Reina de los Pro- fetas, por haberse dirigido á ella todos sus vaticinios: es Reina de los Apóstoles, pues sin ella no hubieran tenido al Maestro celestial que los eligió y santificó : es Reina de los Mártires, por haber ido ella delante de todos al martirio, y padecido uno que es mayor que el de todos los mártires juntos: es Reina de las Vírgenes, porque si ella no hubiera preferido la virginidad á la dignidad más alta que hay en las criaturas, uunca hubiera bajado á sembrar las azucenas del amor santo el Hijo de Dios. De este modo han mirado los santos Padres el triunfo de la Virgen, llamándola Reina y señora del mundo. Dicen de ella que por derecho natural la pertenece poseer todas las cosas, porque su Hijo las sujetó todas 4 su imperio (1). «Cuantas son las criaturas que sirven á la Tri- nidad, dice San Bernardino de Sena, otras tantas son las que sirven á la Virgen gloriosa. Porque todas ellas, sea cualquiera su grado, ora sean espirituales como los ángeles, 6 racionales como los hombres, 6 materiales como los cuerpos celestiales , los elementos, y cuanto hay en el cielo y en la tierra sujeto al imperio divino, están bajo el impe- rio y dominio de Maria (2).» Vistióla el Señor, dice Santo Tomás de Villanueva: vistióla de gloria y honor: fué constituida Reina de los cielos y la tierra, y se la dió para su servicio á todas las criaturas, que (1) Div. Joann. Damasc., orat.1 de S. Deigen. (2) Lib. 6,a. 3, cap. 6.
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