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601 acompañado desde la cuna hasta el Calvario, y le había ayudado eu la conquista del mundo, tuviese una corona de Reina, á cuyo imperio obedeciesen los ángeles y los hombres, y á cuyas plantas se humillasen hasta los espíritus malos. Finalmente, la obra admirable de unirse con lazo indisoluble las dos naturalezas, divina y humana, en el seno de una Virgen, la de ser madre esta Virgen sin cooperacion de varon, con las demas que tenían que ejecutarse en ella misma, demandaban una fe, cual nunca se ha- bía visto; una fe, que cree cuanto Dios propone sin examinarlo, por= que sabe que Dios es infalible; una fe, que no necesita de demostra- ciones, para creer que ha de suceder cuanto se Je anuncia: una fe como la de la Virgen , pues no se parece á la que han tenido los santos mas grandes que la han precedido, incluso los mismos patriarcas. ¿Cuál es la fe de la Virgen? Es la fe de los Patriarcas elevada á un punto, al cual no llegó ninguno separadamente, ni tampoco todos jun- tos. Hay una diferencia inmensa entre lo que Dios proponía á estos santos y lo que. propuso á la Vírgen. ¿Qué dificultad había en que Abraban tuviese un hijo á la edad de cien años (1) cuando sabía que Noé había tenido tres al rayar en los quinientos? Dios propone á la Vír- gen cosas nunca oidas , portentos inefables , misterios incomprensibles, como son el de hacerse Dios hombre, el de concebir una Virgen sin obra de varon, y el dar á luz quedando Virgen; sin embargo, la Vírgen, ni áun siquiera se sonrie en su interior de puro gozo como su padre Abrahan (2), ni pide una señal, para tener mayor certeza de lo que se le promete como Moisés (3), y como lo que pidió Gedeon (4): ni mueho menos duda ni por un jastante como dudó Sara madre de Isaac (5), y Zacarías padre. del Bautista (6). Era esta fe lo que buscaba el Espiritu Santo para obrar el gran portento de todos los siglos: desde entónces era la Virgen con toda verdad la Esposa de la tercera persona de la augusta Trinidad, sin cuya cooperacion no se hubiera difundido sobre nosotros el espíritu de san- tificacion , ni la fundacion de la santa Iglesia se hubiera verificado, Tanta fe para creer las palabras divinas, tanta fidelidad para corres- ponder al amor del Espiritu Santo, y tanta eficacia para cooperar á cuanto ha hecho este con el fin de dar la última perfeccion á las obras del Padre .y del Hijo, de quienes procede, merecian de justicia una corona de gloria y honor, cual nadie, excepto la Virgen, podía tener. Esta corona debía constituiria sobre todos los predestinados y santifi- cados con la sangre de su Hijo : es decir, sobre cuantos viven unidos á su Hijo con los vinculos de fe y caridad enla tierra, y sobre los que, (1) Gen. cap. 17, v. 16. (4) Judic. cap. 6, v.37. (2) Gen.cap. 17, v. 17. (5) Gen. cap. 18, v. 12. (3) Exod. cap. 3, v. 11. (6) Luc. cap. 1, v. 18.
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