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599 bien á esta Señora, en cuya hermosa y majestuosa frente hay tres 00- rónas, y á cuyas plantas se ven tantas, cuantos son los moradores del cielo. El dia de la asuncion de la Virgen lo fué tambien de su coronacion en el cielo (1): pero hay que notar una diferencia inmensa que separa á la Virgen de los demas santos, en cada uno de los cuales reposa uná auréola de gloria, pudiendo brillar sus sienes hasta con dos y tres: mas, estas mismas auréolas convienen tambien á la Virgen, siendo en ella más hermosas y brillantes que en los demás. Santos hay en aquella dichosa morada , que embrazan la palma del martirio, visten la blanca estola de la virginidad, y ciñen el lauro de la sabiduría : sin embargo, por mucho brillo que despidan estos laureles son luces opa- cas comparados con los de la Virgen. Convienen los santos con la Vír- gen en las virtudes, como dice el padre San Bernardo: pero cuando se ponen en comparacion las de ésta con las.de aquéllos , se ve que son las de la Vírgen enteramente especiales y singulares (2): espe- ciales por tanto y singulares son las auréolas que ciñe la Reina de todos los santos. Coloca Dios estas auréolas en las sienes de sus escogidos desde el momento, en que, rotos los lazos de la carne, y hallándose unidos á Dios en caridad perfecta, entran á ser moradores de la patria. Tam- bien la Virgen las había recibido el dia de su felicísimo tránsito: pero, había en ella méritos, que no tenían no solo iguales, pero ni úun de similitud remota, los demas santos del cielo, y cada uno de esos mé-- ritos era acreedor en justicia á una corona. María entraba en el cielo con tres caractéres singulares, cuales son, ser Hija de Dios Padre, Madre de Pios Hijo, y Esposa de Dios Espiritu Santo, lo que exigía que su frente sagrada fuese adornada con la tiara inmortal formada de tres coronas. Aquella humildad inefable, por cuya inspiracion dijo la Vir- gen que era la esclava del Señor, cuando era la Hija querida de Dios, tenía que ser coronada por el Padre: aquella virginidad, tan estima- da de María, que renunció por poseerla hasta el honor de ser Reina del mundo, si no podía ser compatible con ser vírgen , no podía mé- (1) La creencia sobre la resurreccion de la Virgen, su asunción á,los cielos, y su coronación en exc dia como Hija , como Madre, y como Es- posa, era comun á la Iglesia griga y Jatina desde los primeros siglos. Véase lo que dice sobre esto San Juan Eucaitense Arzobispo, que floreció en tiempo de Constantino Monomaco y su mujer Zoe, en un sermon so- bre el tránsito de la Virgen. «Celebramos hoy, dice, la deposicion de la Madre de Dios, su resurrección, su ascension á los cielos y su exaltacion: y es este el complemento de aquel gran portento, por el cual es Hija, es Madre, y además es Esposa. y en todas las cosas Reina, y esclava del Se- ñor, y la plenitud varia y preclarísima de todos los carismas del Señor,» (Serm. , de Dormit. Deipar., n.* 1.) / (2) Serm.4. de Assumpt. B. V. Mariz.
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