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395 guinaria. Mirad 4 cuántos han asesinado bárbaramente. Mirad cómo han derramado la sangre de innumerables victimas, dejándolas sin sepultura, para que fuesen pasto de las bestias de la tierra y de las aves del cielo, y arrojándolas al sol, á las estrellas , al invierno, al verano, y á todas las inclemencias, preparando así un espectáculo horrible , y digno de ser llorado por los demas hombres con lágrimas sin « lo: «Levantaos pues, daos prisa: extitad á vuestra hija, y Madre de Dios, para que cuanto ántes interceda con su Hijo Dios, quien tambien es vuestro nieto segun la carne. Porque, nosotros sabemos ciertamente que no desechará los ruegos de su Madre, que nos defenderá de los ímpetus y asechanzas de nuestros enemigos, visibles é invisibles, que nos atacan con odio inicuo, y que nos concederá que pasemos el resto de la vida en paz, en salud y en port cta seguridad» (1). Esta fe te- nía el santo ( IbisS po del Peloponeso, la cual puede decirse que es la de toda la Iglesia (2), pues son esas mismas l : ideas que habían derra- mado en Orier de $ san Juan Damasceno, San Sofronio, San Jerónimo, San Efren y San Crisóstomo, y en Occidente los lldefonsos, los Grego- rios, los Ambrosios y los Ireneos. Pero nos falta referir las palabras, con que el Maestro universal confirma cuanto llevamos dicho, siendo ellas el monumento más admi- rable de los tiempos modernos, que > cuanto se ha creido en diez y ocho siglos sobre la proteccion de la Virgen. «Gon esperanza muy cierta, dice, y con confianza muy segura creemos, que sucederá, que la misma beatisima Virgen, que, siendo toda hermosa y sin man- cilla, desmenuzó la cabeza venenosa de la serpiente cruelísima y trajo la salud á la tierra, y destruyó todas las herejías del mundo, querrá hacer con su patroc inio np rosísimo, que la Santa Madre Iglesia cató- lica Morezca y resplandezca cada dia más en toda gente y en todo lugar, quitando y wa ello todas las diti ulta: des yy eliminando todos : errores, y que cada dia reine más, extendiéndose de mar á mar, ' hasta los cunfines de la tierra, y goce de toda paz, tranquilidad y be rta L para que los reos obtengan perdon, los enfermos salud, los pusilánimes vi- gor, los afligidos consuelo, los que peligran socorro, y todos los que es- tán en el error vuelvan á la senda de la verdad y de la justicia, disi- pando ántes sus errores tenebrosos, y que no haya en la tierra sino un solo rebaño y un solo pastor: lo que esperamos porque sabemos que (1) Div. Petr, Argor. Ep., serm. in Conception. B. V. M., núm. XV. 9% Segun nos dice la historia. este Santo vivió á principios del siglo rono habiéndose huido en compañía de sus padres, de la Sicilia, de don- de era nativo, al Peloponeso. en donde fué obispo de la ciudad de Argos, Por consiguiente en Occidente, así como en Oriente, se ve que había la misma fe, y que los cristianos en todas pu artes acudían á pe: li prote cion de Ja Virgen en las calamidades públicas, y para librars )s ent- micos visibles é invisibles

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