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SS, RIAS A h b $ NE ] 4 ct id 390 ellas más armas con que defenderse que la palabra de Jesucristo, y la invocación de su nombre augusto (1). Pero este fenómeno deja de serlo, y mucho más de ser incom- prensible, cuando se tiene fe, y se sabe por ella, que precisamente en la invocación de este nombre de Jesus está toda la faerza que se necesita para resistir con seguridad de triunfo á todos los ensbates del poder del infierno. La: Iglesia lo sabe bien, desde que estaba en su cuna, Cuando un tullido alargó la mano á Pedro y Juan pidiéndoles una limosna, le contestó el primero, que no tenía oro ni plata , pero que Je daba lo que tenía: lo que el Vicario de Cristo tenía era una fuerza y virtud encerrada en el nombre de Jesus, dando al paralítico una gracia á virtud de «ste nombre: en el nombre de Jesus, le dijo, levántate, y camina, y el paralítico se echó á andar alabandoá Dios (2). Y no ha hecho despues otra cosa la Iglesia católica, para defenderse desus enemigos y desbaratarlos: á emperadores, que la han querido sepultar entre hacinas de mártires; á monarcas hipó- critas, que la han querido poner grillos dorados, para privarla de la nobleza de su origen y su oficio: á naciones salvajes , ó de civilizacion racionalista, que la han acometido con falanges de soldados, ó con manadas de asesinos, á cuantos han intentado sitiarla, atacarla, y destruirla, ella les ha contestado lo que San Pedro al paralítico: yo no tengo-oro para sobornar, ni plata para pagar ejércitos, ni legiones que oponer ,-ni filósofos de mala ley, ni. esa política falsa, insidiosa, suspicaz , mentirosa y traidora con que quereis destruir la verdad, aparentando que la protegeis: pero os pongo al frente lo que lengo para defenderme de vuestros ataques y vuestras intrigas, el nombre de Jesus. Esto ha hecho la Iglesia, y ahí la tenemos foreciente y her- mosa hoy dia, como lo era cuando estaba reducida á Jesucristo y su Madre , con sus doce Apóstoles y los discipulos , es decir, despues de mil ochocientos sesenta y ocho años de guerra con el rey de las tinieblas. Pero, bien sabemos todos, que ese nombre no es el solo que ha sido invocado: y eso lu sabe la Iylesia desde su fundacion, pues ya en el siglo cuarto de la misma decía San Ambrosio estas palabras. «Suelen los que sulcean los mares mirar á la estrella, que está en lo más alto de los cielos, para dirigir con su vista la marcha de la nave, y llegar asi al puerto deseado Del mismo modo, hermanos mios, conviene que todos los cristianos miren á la Virgen María, que está colocada . (1) Hay hoy dia unos 200.000.000 de católicos, siendo unos 900.000.000 poco mas los demás que profesan religiones falsas ó sectas erróneas : y es Cosa muy singular, que las sectas y religiones falsas no se persiguen unas á otras, miéntras que todas ellas son enemigas de la Iglesia católica. (2) Act. cap.:3. v.6.

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