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IAS a IS o A IR o DY j 5985 ho ligion , que enseña á sus hijos que la caridad lleva al que la tiene, hasta el punto de dar la vida por sus hermanos (1), y á la Madre de la Iglesia que se dignó enseñar á sus hijos, que el modo de socorrer las desgracias públicas del pueblo aherrojado por los bárbaros, era enseñarles á éstos la caridad. La continuacion de estos actos es lo que ha vencido á los déspotas de Oriente, mucho más que la fuerza material de las armas. Cuando decimos que la Virgen inspiró á un rey cristiano y á dos siervos la idea de redimir á los cautivos , no expre- samos tar sólo una accion aislada , sino un pensamiento civilizador en sumo grado , que devolvía individualmente á un hombre los derechos perdidos á manos de la violencia y la barbarie; pero al mismo tiempo preparaba el camino á aquella civilizacion que el Evangelio habia de llevar al seno de los pueblos bárbaros, obligándolos, á pesar de sus leyes empapadas en sangre y saturadas de excesos de despotismo, á que respetasen la vida y los derechosdel hombre, y no le obligasen con la punta del alfanje á abrazar lo que sólo puede abrazarse por una libre eleccion de la voluntad. Tan cierto es, que donde quiera que llega el Evangelio, deja ciertas ráfajas de luz, que al fin disipan en todo ó en parte las tinieblas del error, y prevalecen sobre la mentira. Si_ nos fueran conocidas las infhluencios diarias y las operaciones misteriosas, con que la Virgen trabaja en el corazon de los encarga- dos de mantener en la sociedad humana la ilustracion que su Hijo la ha traido del ciclo, nos llenaríamos de asombro. Yo me atrevo á decir, que uno de los goces mayores que hemos de tener en el cielo, á donde espe- ; ramos ir coa la gracia y piedad divinas, despues del de ver á Dios, hade ser el de saber ese gran misterio de la influencia perpétua, diaria, constante y universal de la Virgen en todas las obras buenas, en todas las empresas saludables, y en todas las acciones, chicas y grandes, de los santos para promover el bien de la sociedad humana; porque aquí creemos, y casi tenemos ciencia de ello, que la Virgen es como una fuente de aguas vivas, que riega las inteligencias de los buenus (2); pero el modo como lo hace, las veces que lo hace, y los frutos que se allegan para la sociedad , es cosa misteriosa , que no podemos descifrar hoy, y que algun dia sabrémos con' gozo inefable de nuestra alma. (1) Joann. cap. 15, v. 13, (2) Elabad Ruperto Tuicense explica esto con una analogía bellísima; dice así, hablando con la Virgen, «Así como al principio manaba una fuente, que regaha la superficie de toda la tierra: así brota de ti, oh ben- dita tierra, aquella fuente que era en Dios, siendo luz verdadera , como está escrito: en ti está la fuente de la vida, y en tu luz verémos la luz, Su- be de ti aquella fuente, vuelvo á decir, que no tiene el principio de ti, si no del corazon del Padre, de quien viene á ti con toda afluencia de aguas vivas, haciendo de ti una fueute inagotable. Y ¿para qué mana de tj? Para regar la superficie de la tierra, (Lib. 4, in Cant.)
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