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581 En medio del trastorno que estos hombres tumultuosos causaban á la sociedad , y cuando no se columbraba más remedio que una guerra exterminadora, la Virgen, á quien le fué concedido el ser la extirpa- dora de todas las herejías, y el antídoto de los males que estas causan en el mundo, sugirió á uno de los hombres más eminentes de su tiempo el medio de acabar de una vez con los males que afligían á los pueblos. Y no fueron otros sino el traer á los hombres á la considera- cion de la vida de la misma Virgen y la de su Hijo por medio de la oracion, porque así los hombres entrarían dentro de sí mismos: y ul ver lo que su Hijo había hecho por salvarlos, se humillarían delante de él, y Obedecerían á su Iglesia. Tal fué el razonamiento que medió entre la Reina del cielo y el inclito hijo de Castilla Domingo de Guzman. Cuánta fuese la utilidad de esta inspiracion de la Madre de Dios , no hay para qué detenerse mucho en demostrarlo, porque los hechos lo ponen tan claro como la luz de mediodía. Entónces fué cuando empe- zaron á pulular los santos y sabios que llenaron de asombro al mundo, pacificándose los pueblos, y no pensando más que en ver cómo se establecía la paz entre Oriente y Occidente, y en aprovecharse de las lecciones de sabiduría que salían á raudales de los labios de los Aqui- nos, Buenaventuras, Albertos Magnos , Alejandros de Ales, Antonios de Pádua y otros: entónces tambien se empezaron á levantar defensas contra los ataques que los malos intentaban contra la sociedad, y todos comprendieron que la religion, la independencia de las naciones, la felicidad de los pueblos, y las instituciones fundamentales corrían pe- ligro muy grave, si no se alzaban fuertes valladares contra los des- manes de los hombres del error. Así empezaba bajo los auspicios de la inspiracion de la Madre de la Iglesia una de las épocas más amenas en flores y frutos de regene- racion social. Pero hay que fijar con más detencion la vista en otro acontecimiento de la misma época , tan fecundo en frutos de civiliza- cion, que es como el precedente para la resolucion de un problema de grande interés para la sociedad, cual es el saber 4 quién se deben los progresos verdaderos de una civilizacion que tenía que venir más tar— de, y en cuyos frutos, á no estar mezclados con la hiel del error, nos deleitariamos nosotros como se deleitan y saborean los que comen la miel de un panal riquisimo, que no les ha costado más que el trabajo de heredarlo. fesaban en general los errores de los maniqueos, y además otros muchos errores semejantes á los que Lutero y Calvino publicaron tres siglos más tarde, aunque no por e to haya que decir que estos herejes hayan sido continuadores de los sectarios que desde 1180, hasta 1220, llenaban de espanto la Provenza, el Languedoc y la Lombardía. (Prielect. Histor. Eccles. á Franc. Palma, tom. 3, cap. XXI.)
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